Parece mentira, pero ya han pasado tres años desde que Justin Vernon sacara su debut como Bon Iver. Y es que la banda de Winsconsin ha estado muy ocupada colaborando con gente tan dispar como Kaney West o St. Vincent, o sacando alguna que otra canción para recopilatorios benéficos (Brackett Wi del Dark Was The Night era una maravilla); además, en 2009 nos dejó un aquel grandioso Ep llamado Blood Bank. Por eso mismo parece que siempre han estado rondando por aquí, y se no se les ha echado nada menos.
La cosa sigue igual que siempre: Justin Vernon y su melancólica voz se adaptan perfectamente a esas atmosferas de teclados e instrumentos de cuerda que hace el resto de la banda. La verdad es que no sé porque se les mete en el carro del nuevo indie-folk, a mí me parece que van mucho más allá que el resto de barbudos con camisas de cuadros. Canciones como Minnesota, WI, Towers o Perth, demuestran que sus ideas van por otro camino, y tratan de hacer algo diferente. Supongo que por eso me gustan, al contrario que la gran mayoría de los que entran en esta etiqueta, que me dan bastante igual. Por eso, y porque también saben hacer canciones de pegada inmediata que quedan para la posteridad; Calgary – desde ya, candidata a tema del año -, o esa balada tan ochentas llamada Beth/Rest, son una autentica joya, y me parecen lo mejor de un segundo disco que para nada defrauda.
7,5