A bordo del Amtrak rumbo a Nueva York, dejamos atrás a Boston. Ayer fue un día que disfrutamos mucho, marcado por joyas arquitectónicas.
Arrancó tempranito en Cambridge a donde fuimos nuevamente a disfrutar en detalle del Laboratorio de Ciencias de la Computación del MIT. Es que...leyendo me sorprendió que, ese edificio que el guía había indicado por haber sido donado por la Fundación Bill and Melinda Gates y que me hizo acordar al Gugghenheim de Bilbao...había sido diseñado por el mismo arquitecto que el Gugghenheim, el canadiense Frank Gehry. No voy a afirmar que destronó en mi favoritismo al británico Foster, pero...allí fuimos atraídos como por un imán.
El edificio es un conjunto de bloques en grises metalizados entre los que asoma un bloque que aporta lineas curvas, amarillo. Caprichoso por donde lo miremos, diría caótico. Dicen que de alguna manera sugiere con sus formas sorprendentes el caos de la investigación científica, que remueve pieza a pieza, extrae pieza a pieza incansablemente buscando nuevos hallazgos. Giramos a su alrededor, sacamos muchas fotos, incluso entramos. Moderna pieza arquitectónica.
Seguimos hacia primera hora de la tarde al Museo de John F. Kennedy, emplazado en un magnifico lugar en las afueras de Boston. Dicen que el lugar fue elegido porque conjuga una completa vista de Boston y el mar, adorados símbolos de su vida.
El recorrido al museo comienza con un pequeño film en el que escuchamos un reportaje. Me gustó una frase en la que se refiere a un traspié electoral que sufriera como candidato a vicepresidente. Menciona que en la vida política los errores realmente se descifran solo en situación de derrota. Notable...creo que nos está diciendo que el triunfalismo nubla la vista....Luego, la recorrida sigue por salas ambientadas muy en los 60, elementos hogareños de la época, diarios, revistas, afiches de campaña. Me recordó a la serie Mad Men! También recreaciones de su escritorio en el Salón Oval (por recreación entiéndase que la mismísima sala con sus aberturas y relieves replican a la Casa Blanca...)
Un capítulo aparte merece Jacqueline Bouvier. Hay numerosas fotos que muestran toda su belleza y estilo. La verdad es que con JFK hacían una pareja muy cinematográfica. Visitas oficiales, sitas de reportajes, vídeos y... tres vestidos. Uno, de Givenchy que usó en una gala en honor a Charles DeGaulle fue el que acaparó mi atención. Jackie es un personaje que me despierta curiosidad por su impronta, por su gracia, por su fabuloso y valiente escape en medio de la balacera de Texas, por su (a mi juicio) inentendible casamiento con Onassis, por su discreto ocaso acompañada de sus hijos y de Maurice Tempelsman, un comerciante de diamantes belga quien finalmente pareció haberle dado la contención que necesitaba en los últimos años de vida.
Casi terminando, el Museo nos introduce en una sala negra en la que pequeñas pantallas reproducen los eventos absurdos del 22 de Noviembre de 1963 de los que todavía pareciera no saberse nada. Es mas, el Museo no intenta hacer ninguna bajada de linea, solo los relata. No se queda con el rencor por la violencia del atentado sino que se focaliza en exaltar hacia el futuro el legado, y los ideales de JFK. Para terminar, el circuito nos sorprende en un cubo de enorme altura, vidriado, que nos da la sensación de estar al aire libre, en el mar, solo falta la brisa... así, el edificio...también se revela como una pieza arquitectónica moderna...Hoy nos despedimos en el mercado de Copley Square con la Santísima Trinidad reflejándose en un rascacielos. Particular diversidad edilicia la de Boston...