Hoy es 8 de julio. Un día más de los que aprieta el calor mientras os quejáis de eso que precisamente lleváis tiempo pidiendo. Es un día normal para todos vosotros, os veo caminar apurados por las calles, de un sitio a otro, viniendo de la nada y yendo a la nada, como putos zombies. Leo los periódicos, veo las noticias, oigo los boletines informativos de las en punto, nada ha cambiado. Solo es 8 de julio.
Hoy es 8 de julio, un día más y un día menos. Se dice rápido y para vosotros pasa rápido. No, para mí. Desde que veo en mi móvil que día es siento entrar un puñal frío en mi pecho y, mientras mi recién estrenada herida rebosa sangre a borbotones, noto un giro dentro de mi corazón que me destroza los vasos sanguíneos que resistieron la primera punzada.
Hoy es 8 de julio, ojalá pudiese borrar esa hoja del calendario como la pleamar borra los castillos de arena soñados por un niño. Mañana, otra fantasía, otro castillo y otra vez derrumbado.
Un 8 de julio te perdí. Tú me amaste sin límites y sin condiciones. En la derrota y en la victoria, en lo cotidiano y en lo extraordinario. Sin preguntar, sin querer saber, sin que te importase si había que celebrar o lamentar. Era amar por amar. Eras una prostituta del amor, sin condiciones.
Nunca tuve tan buena maestra para saber amar, ¡qué lástima ser tan mal alumno!
Desde un 8 de Julio de hace exactamente siete años estás muerta. Desde hace exactamente siete años te sigo amando.
Yo no tuve perro: una perra me tuvo a mí, y me seguirá teniendo hasta mi última respiración. Te amo Bubi, donde quieras que estés.