Revista Cultura y Ocio
No es su faceta más conocida pero lo cierto es que los intereses artísticos de Brian Eno desde sus inicios estaban divididos entre la música y la pintura y, de hecho, cursó estudios simultáneamente en ambas disciplinas. No es raro en una mente tan poliédrica como la suya que terminase poniendo los medios necesarios para hacer que ambas materias confluyesen a menudo en su obra.
A mediados de los años ochenta, como ya es sabido, Eno definió los puntos básicos de lo que desde entonces conoceríamos como “ambient”: una música concebida para acompañar sin necesidad de prestarle toda nuestra atención durante todo el tiempo; una experiencia sonora que sirva para rellenar huecos sin distraer al oyente. No tardó mucho en ampliar los horizontes de esa idea acompañando su música de imágenes o, al menos, de posibles imágenes “imaginadas” (valga la redundancia) por el oyente. Así surgieron discos como “Music for Films” y sus dos secuelas, en los que Eno diseñó una serie de paisajes sonoros que puso a disposición de algunos directores de cine por si tenían a bien utilizarlos para acompañar sus películas.
En 1984, Brian Eno llevó un poco más allá el concepto musical de “ambient” para acercarlo a la fotografía y al vídeo. Diseñó una serie de “vídeo-pinturas” junto con la actriz y fotógrafa Christine Alcino. En ellas contemplamos a Christine en largos planos distorsionados con técnicas de edición de vídeo durante casi una hora y media siguiendo una idea similar a la que el propio artista había empleado en sus trabajos musicales. Se trataba, por lo tanto, de una película a la que el espectador podía echar un vistazo de vez en cuando mientras estaba ocupado en cualquier otra actividad. Las imágenes iban acompañadas, claro está, de una banda sonora compuesta e interpretada por el propio Brian Eno. Si hablamos hace un rato de una concepción ambiental de fotografía y vídeo es precisamente porque cuesta distinguirlos aquí dado el estatismo de la película, apenas cambiante en cada una de las siete “vídeo-pinturas” que la integran.
La banda sonora de la obra aparecería en 1985 en formato del disco compacto regrabada convenientemente para acomodar su duración a la del disco. En muchos aspectos, podríamos considerar este “Thursday Afternoon” como el disco de música “ambient” definitivo. Se trata de una pieza extremadamente sencilla consistente en un fondo sonoro electrónico apenas cambiante sobre el que evoluciona de modo parsimonioso una escueta melodía de piano. Se diría que es una extensión de la primera de las cuatro composiciones de “Ambient 1: Music for Airports” ya que comparte con aquella muchos aspectos. Tras la publicación de “Thursday Afternoon” Eno abandonó por un tiempo la música “ambient”, al menos en sus discos en solitario, centrándose en trabajos de colaboración o compartidos con otros artistas de su círculo más próximo como su hermano Roger, Daniel Lanois o Michael Brook (quienes de uno u otro modo también participan en “Thursday Afternoon”). Más adelante, sin embargo, volvió a grabar trabajos en una linea similar.
Poco más podemos decir. Si os animáis a haceros con el disco tenéis por delante una hora de música ambiental en estado puro. Sin matices. Si, además, queréis probar la experiencia de ver la “video-pintura” completa con la banda sonora completa, lo podéis hacer a continuación siempre y cuando los responsables de youtube no retiren el vídeo por las (ejem) escandalosas escenas de desnudos protagonizadas por la modelo. No es un comentario gratuito. En varias ocasiones estas imágenes ha sido retiradas de la plataforma o clasificadas como “sensibles” para determinado público.
¿Se os ocurre un plan mejor para un jueves por la tarde?