Revista Cultura y Ocio

Brian Eno y el Disco Interminable

Publicado el 30 julio 2019 por Moebius
Brian Eno y el Disco InterminableEn el segundo álbum en solitario de Brian Eno, lanzado en 1974, Eno usó una banda hecha y derechade cinco instrumentistas (equipo de lujo donde él está a la cabeza y lo secundan Phil Manzanera en guitarra, Brian Turrington en bajo y piano, Freddie Smith en batería y Robert Wyatt en percusió y coros) y llamó a menos menos músicos invitados (que incluye una mini orquesta de cuerdas y dos conjuntos corales, al que se le suman Phil Collins y Andy Mackay para cerrar una agrupación increíble). Un disco muy particular, que tiene muchas referencias a China, muy experimental y volado, toma las bases que definían a su primer disco y las lleva a extremos: experimentación, humor negro, letras oscuras, sintetizadores, sonidos innovadores entremezcladas con mucha psicodelia lisérgica, y que incluye al tema minimalista que da nombre al disco, que con su atmósfera ambiental nos anticipa el camino que el artista seguiría en en etapas posteriores. Aquí, a modo de homenaje, copio un divertido texto donde el mexicano Óscar Muñoz nos relata su experiencia al escuchar por primera vez el disco... Y surge la pregunta ¿lo traemos al blog cabezón? ¿Les interesa?...
Artista: Brian Eno
Álbum: Taking Tiger Mountain
Año: 1974
Género: Experimental
Nacionalidad: Inglaterra
Brian Eno y el Disco Interminable Por Óscar Muñoz
En los años ochenta acostumbrábamos ir, Inés y yo, al tianguis de San Juan Pantitlán, que se instalaba los domingos en la avenida Texcoco, la frontera entre la Ciudad de México y el Estado de México. Aunque esos domingos en que íbamos teníamos que madrugar. Por eso, sólo íbamos un domingo por mes. Los demás los hacíamos dormingos. Y únicamente acudíamos para comprar uno o dos o hasta tres discos de rock. Ya teníamos nuestro proveedor y él ya nos tenía como sus marchantes.
Enseguida que llegábamos a su puesto, nuestro suministrador nos ofrecía algunos discos que él sabía nos iba a interesar. Un domingo, por ejemplo, me mostró el disco Keith Emerson with The Nice, un álbum doble de la serie Rock Power. Era un poco raro que él tuviera discos nacionales, sólo importados, todos usados aunque en perfecto estado. Nunca tuve nada que reclamarle por algún disco dañado o defectuoso. Por el contrario, todos estaban como nuevos. Y, por supuesto, ese domingo compré el disco de Emerson, e Inés quiso llevarse un disco de Rita Coolidge. Un dato curioso: ambos álbumes eran de 1971.
Un domingo de aquellos, nuestro disquero me ofreció un álbum de Brian Eno llamado Taking Tiger Mountain (By Strategy). Ya había escuchado algo de él, pero junto a Robert Fripp o como integrante de Roxy Music, pero nada de Eno como solista. No recuerdo bien qué disco quiso llevarse esa vez Inés. Creo que uno de Janis Joplin, pero no recuerdo exactamente cuál. El caso es que, al llegar a casa, de inmediato pusimos los discos en el equipo integrado que teníamos en aquel entonces, un Panasonic, para escucharlos. Claro que el primero que oímos fue el de Inés. Siempre fue igual: primero el de ella y luego el mío. Pero nunca hubo problema por eso.
Todo iba bien, disfrutamos el disco de Inés, lo quité y puse el mío en el plato. Mientras giraba el disco y reproducía las piezas, nos sentamos a comer. Terminó el lado A y lo puse del lado B para continuar gozando de las demás composiciones. Realmente me estaba gustado muchísimo el álbum. Era una obra sensacional. Sin embargo, al llegar a la última pieza, precisamente la que le daba título al disco: Taking Tiger Mountain (By Strategy) el brazo del tocadiscos no se levantó, sólo seguía girando el plato sin levantar o parar. Y en las bocinas se escuchaba el último fragmento de esa pieza final: uiuiuiuiuiui hasta la eternidad.


Al domingo siguiente (no esperamos que llegara el cuarto o tercer domingo), fuimos al tianguis de San Juan Pantitlán para reclamar a nuestro proveedor el disco rayado de Eno. La explicación que dio nuestro disquero me hizo avergonzarme tanto que le supliqué disculpas: esa pieza sin fin había sido diseñada a propósito por el productor y su asistente, el mismísimo Brian Eno y Phil Manzanera. Entonces le encontré sentido a la in-terminación de la composición. Al regresar a casa, puse nuevamente el disco, exactamente en la última pieza. Cuando llegó al último fragmento musical de la composición, puse toda mi atención al sonido interminable, sin fin, y, a la fecha, no he logrado salir de esta maldita hipnosis.

Óscar Muñoz
Brian Eno y el Disco Interminable

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