Hace unos días, a través de la página del escritor Gonzalo Moure esta tiramillota conocía Bubisher, un proyecto solidario a cargo del grupo Escritores por el Sáhara en cuya aventura participan una biblioteca rodante con forma de camión (bibliobús), un desierto llamado Sáhara, cientos de libros infantiles y juveniles, un pueblo humilde y prácticamente sumido en la miseria, un buen puñado de voluntarios de todas las edades y niños saharuis con ganas de aprender y divertirse leyendo.
La iniciativa nació en algún lugar de esta península hace ya tiempo, en el 2008, y es hoy una realidad que rueda y traquetea por campamentos de refugiados del desierto del Sáhara. Con el paso de los meses la idea ha crecido y madurado, y en estos momentos entre la arena se construye una biblioteca fija (a la que llaman El Nido) con adobe del de toda la vida, desde la que será posible continuar extendiendo esta labor educativa y solidaria dirigida a niños y, de cuando en cuando, mayores.
La idea germinó primero en un colegio de Pontevedra: si en el lío de campamentos, pobreza y distancias, tan complicado resultaba levantar escuelas suficientes o hacer viajar a los escasos libros entre unas y otras, ¿por qué no un bibliobús? Los alumnos habían dado en el clavo, y aunque costó muchísimo esfuerzo, Bubisher fue poco a poco viendo la luz. El colegio participaba con todo lo que podía, pero era necesario bastante más para armar un proyecto de semejante envergadura: en la lista de cosas por hacer no sólo aparecía sacarse un vehículo grande de la manga y su mercancía, tan literaria, sino que también quedaba pendiente recaudar dinero suficiente, conseguir personal cualificado, animar a voluntarios para pasar parte de su verano en el desierto y un gran etcétera. Pasito a pasito, la lista se fue acortando.
Además de Escritores por el Sáhara, hacen posible el proyecto organizaciones amigas, voluntarios de todos los puntos del país y más allá, un pequeño montón de librerías y la inestimable colaboración de varios gobiernos provinciales y unas cuantas editoriales (algunas, como Anaya, SM y Edelvives, han llegado a donar varios centenares de libros). Todavía queda mucho por hacer, organizar, construir, leer y enseñar, pero la gente de Bubisher no descansa y, sin duda, destila energía e ilusión para mantener a flote el proyecto durante mucho, mucho tiempo. Eso sí, siempre necesita pequeñas ayudas y voluntarios dispuestos a remangarse y hacer frente a lo que haga falta, sobre todo ahora que se encuentra inmersa en otra de sus aventuras, la construcción de El Nido.
Puedes bubishear aquí, tiramillote.