La mecánica del arte contemporáneo se basa, como es sabido, en el procedimiento readymade, que consiste en clasificar como obra de arte a todo lo que un artista contemporáneo elige como obra de arte.
Lo bueno del procedimiento es que no existe ningún tipo de límite: puestos bajo la omnipotente mirada del arte contemporáneo, los mingitorios, colchones, tiburones, botellas, zapatos, cintas, caramelos, adoquines, videos, cacerolas, manchas, ruidos, cadáveres, gestos, luces, petardos y todo cuanto usted pueda imaginar se convierte en potencial e inminente obra de arte.
El problema que genera esa desmesurada heterogeneidad es el desconcierto del público, que no encuentra ninguna vía razonable para diferenciar los mingitorios y colchones comunes de los mingitorios y colchones elevados a la categoría de obras de arte, y naufraga en un laberinto de preguntas:
¿Por qué los adoquines de Iommi son obras de arte y los de mi calle no lo son?
¿Cómo podré diferenciar un colchón corriente de un colchón ungido como obra de arte por Kuitca o Minujin?
Si los pescados de la pescadería o las píldoras de la farmacia son insignificantes y prosaicos, ¿por qué los pescados y las píldoras de Damien Hirst son obras de arte?
¿Por qué las figuritas de la santería no son obras de arte, pero si León Ferrari las pone sobre una sartén se concreta el abracadabra?
La buena noticia es que los receptores de esas angustias pueden ser tranquilizados sin necesidad de meternos en cuestiones bizantinas, porque la mejor explicación es la más sencilla: todas las cosas que usted encuentra en el interior de un museo o una galería de arte (salvo, tal vez, los matafuegos) son obras de arte, y todo lo que está en el lado de afuera pertenece al mundo de lo profano y cotidiano.
Si se tiene en cuenta que el 28 de octubre será inaugurada la gran muestra Buenos Aires Photo 2010, el dato que acabamos de revelar adquiere una vital importancia para el visitante.
Ahora ya lo sabe: las photos que se presentan en Buenos Aires Photo son obras de arte justamente porque se presentan en Buenos Aires Photo, pero las que usted saca con su prodigiosa cámara digital, así como los centenares de millones de fotografías que se toman en el mundo cada día, cada hora o cada minuto, no lo son.
Por último, si usted es afecto a las moralejas, piense que el mundo es un gran readymade.