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Buscando a Dory: memoria de pez

Publicado el 03 julio 2016 por Juancarrasco @JuanCdlH

Se atribuye coloquialmente memoria de pez a aquellos con llamativos olvidos en su vida cotidiana, luego no hace falta aportar muchos más datos sobre esta característica de la fauna acuática. Sin embargo lo de Dory va bastante más allá de lo expuesto, convirtiéndose en una seria discapacidad con la que lidiar y convivir.

De sobra conocida es la incapacidad de este personaje para acordarse de las cosas a corto plazo, y la soledad que ensombrece a alguien con esta dificultad se convierte en la aventura en sí misma; sin villanos ni héroes clásicos, sin nadie a quien rescatar, sin convencionalismos de género. La coprotagonista simpática de Buscando a Nemo se transforma en esta ocasión en el centro de la historia en esa lucha de superación por encontrar a una familia que había olvidado y creía perdida. Este argumento es a la vez el mayor potencial y la peor debilidad del spin-off de la originaria y mítica cinta que aportó a Pixar hace trece años argumentos para ese dominio tiránico que tiene dentro de su ámbito de animación. La originalidad del fondo de tú y tus propias barreras como antagonista contrasta con el argumento de atribulada y (por momentos demasiado) angustiosa búsqueda familiar casi calcado a la cinta originaria a la que pertenece este esqueje cinematográfico.

Buscando a Dory: memoria de pez
El paso de más de una década permite a la todopoderosa Disney (en nuestros días, como saben, detrás de cada proyecto de Pixar) estrenar una segunda parte igualmente cuidada en lo técnico, pero contando con adelantos infográficos que dejarán al respetable igual de impactado que en Buscando a Nemo, con el mérito añadido de que años después hemos visto ya mucha pirotecnia y somos menos impresionables.

Así las cosas, queda añadir que los nostálgicos disfrutarán de la aparición de Nemo y su padre, así como de algunos otros conocidos personajes con menos protagonismo, y las nuevas generaciones a las que van dirigidas este nuevo enfoque (menos para todos los públicos y más para consumidor infantil), que seguramente no habían nacido cuando se estrenó la primera parte tendrán amor a primera vista con el pulpo.

Dicen creo que acertadamente que si algo está bien es mejor no tocarlo, y en esa línea tenemos el gusto de disfrutar otra vez en su versión doblada al castellano de la voz de Anabel Alonso/Dory (se comenta en los mentideros que no ha resultado sencillo esta vez contar con la actriz) o la de José Luis Gil/Marlin, además alguna tan reconocible como la de Javier Gurruchaga en una pequeña pero interesante colaboración poniendo voz al maestro Raya.

En su momento, Buscando a Nemo batió todos los registros recaudando 936 millones de dólares y destronando (nunca mejor dicho) a El Rey León como la película de animación más rentable de todos los tiempos. El listón estaba demasiado alto y Buscando a Dory se encuentra al menos un par de escalones por debajo de semejantes cotas de éxito y calidad, pero supone un interesante complemento para la sabida historia (se nos sitúa al principio de esta entrega dentro de la misma e incluso aporta datos como el cuándo y el por qué Dory aprende a hablar balleno), así como un reenganche de los pequeñajos al mundo marino que tanta gloria trajo a Pixar. Con esos logros, se da por bien empleado el esfuerzo.

Dirección: Andrew Stanton, Angus MacLane. Título original: Finding Dory. País: USA. Duración: 103 min. Género: Animación, comedia. Guión: Victoria Strouse (Personajes: Andrew Stanton). Música: Thomas Newman. Fotografía: Jeremy Lasky. Reparto: animación. Productora: Pixar Animation Studios / Walt Disney Pictures. Estreno en España: 22 Junio 2016.


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