Revista Opinión

Buscando la causa última de la secesión

Publicado el 30 julio 2013 por Vigilis @vigilis
Desde fuera de Cataluña algunos tenemos claro que el problema secesionista que plantean las élites cleptocráticas es un tema de ámbito español. Si la soberanía reside en la nación (gran invento que nos separa del Antiguo Régimen y del totalitarismo), cualquier cambio que toque esa soberanía nacional es asunto que implica a todos. Es cierto que cuando muchos en un sitio de una nación, en un momento dado, quieren cambiar las cosas, algo hay que hacer. El problema es que no se puede contentar a todos todo el tiempo, como tampoco se puede estar cambiando una constitución en función de variables demoscópicas.
Buscando la causa última de la secesión
Teniendo eso presente, no podemos ignorar el tipo de país que se reclama. Crear un país nuevo a instancias de una élite que repite constantemente esquemas esencialistas e idealistas alemanes de principios del XIX, aludiendo a la identidad, a la voluntad y a la conciencia, es el camino más corto para llegar al horror. Los Discursos a la nación alemana de Fichte podían tener algún sentido en una Prusia ocupada por un ejército invasor. Hoy no se repite eso en Cataluña. Es más, ese lugar pasa por ser una de las entidades regionales con mayor grado de autogobierno del mundo. No se trata pues de añorar una libertad política como respuesta a una ocupación extranjera.
«No conseguiremos el Estado propio ni ganaremos el referéndum si no controlamos los medios de comunicación. ¡Fuera los tertulianos enemigos de Cataluña!».
(Ramon Carner, presidente de la organización empresarial separatista Cercle Català de Negocis, en su cuenta de Twitter. 26 de noviembre de 2011).
Tampoco opera el concepto de colonia: Cataluña es parte constituyente de España en el sentido más concreto de la palabra. Allá se votó la Constitución, allá se aplaudió a Franco y también se le combatió, allá se degollaron franceses en nuestra guerra de independencia, etc. Fundamentalmente  lo que pasa en Cataluña tiene consecuencias importantes en el resto de España. En las últimas décadas sin ir más lejos, los partidos nacionalistas catalanes apoyaron la estabilidad de gobiernos españoles y ayudaron a redactar y a aprobar leyes de ámbito nacional.
Sánchez-Camacho riñe a su hijo si le habla en castellano. (Fuente).
Entonces, si esa comunidad no está ocupada ni tampoco es una colonia ¿cuál será la gran causa en la que se basa la reciente reclamación de ruptura? Algunos hablan de balanzas fiscales. Pero esto es muy arbitrario. Incluso dando por buenos los datos interesados de su gobierno regional, basta con cambiar las fronteras internas del cómputo para que el resultado sea otra cosa. Es decir, si calculamos la balanza fiscal de Huesca, Tarragona y Zamora, esas provincias están recibiendo menos de lo que aportan a la caja común. Si cogemos los ayuntamientos de Pozuelo de Alarcón y Oleiros, otro tanto pasa. No parece este supuesto expolio algo que tomarse muy en serio. Porque también ocurre otra cosa: en una comunidad política existe una redistribución e incluso sin impuestos progresivos al final siempre va a haber gente que contribuya más que otros o gente que reciba más que otros.

Buscando la causa última de la secesión

Viñeta publicada en Punt-Avui (medio subvencionado por la Generalitat) tras el terrible accidente de tren en Santiago que se cobró 80 víctimas mortales. Tras recibir duras críticas fue retirada. Fuente.

Trato de entender cuáles son las razones reales que mueven a la gente a la ruptura. En ocasiones se habla de ruptura de los afectos mutuos. Sí es cierto que catalanes con altavoces muy poderosos ponen diariamente el odio al resto de España en el primer plano. Tampoco voy a negar que, en líneas generales, los gallegos, por ejemplo, tenemos mejor fama en Madrid que los catalanes. Claro que esto no es nada científico. Los que hemos viajado un poquito sabemos que en todas partes hay de todo. También, los que hemos leído un poquito sabemos que es tradicional el enfrentamiento entre grupos humanos (y que estos enfrentamientos son arbitrarios). Sin ir más lejos, aquí nos hemos pasado los últimos catorce siglos echando pestes sobre el vecino.

Un tal Bartolomé Joly realizó un viaje por España a comienzos del XVII y el muy gabacho apuntaba lo que veía en un diario: 

Entre los españoles se devoran, prefiriendo cada uno su provincia a la de su compañero y haciendo por deseo extremado de singularidad muchas más diferencias de naciones que nosotros en Francia, picándose por ese asunto los unos de los otros y reprochándose el aragonés, valenciano, catalán, vizcaíno, gallego, portugués, los vicios y desgracias de sus provincias. Y si aparece un castellano entre ellos, vedles ya de acuerdo para lanzarse sobre él.
Si acudimos al refranero popular, a las coplillas callejeras y a los versos del Siglo de Oro, la lista de insultos tradicionales es tan abundante como ingeniosa:
  • A la Mancha, manchego, que en mi tierra no te quiero.
  • Navarro, ni de barro.
  • Antes puto que gallego.
  • El montañés, por defender una necedad, dice tres. [nota: a los que vivían en lo que hoy es el País Vasco, se les llamaba montañeses porque aquella tierra era conocida por "montañas de Burgos"].
  • Los enemigos del alma son tres: gallego, asturiano y montañés.
  • Murcianos y gitanos, primos hermanos.
  • Albacete, mira y vete. [más conocida la variante escatológica que me voy a ahorrar].
  • El aragonés, tozudo,
    El navarro fanfarrón,
    El andaluz, pinturero
    Y el valenciano, traidor. [esto es de Lope de Vega].
  • Córdoba, ciudad bravía,
    que, entre antiguas y modernas
    tiene trescientas tabernas
    y ninguna librería. 
  • En Valencia la carne es hierba
    la hierba, agua,
    los hombres son mujeres
    y las mujeres, nada.
  • Marbella es bella; no entres en ella.
    Quien entra con capa, se va sin ella.
Así puedo seguir toda la vida. A nivel de pueblos y parroquias, los testimonios ancestrales de insultos son todavía más abundantes. Y ya que esto de los afectos mutuos es algo que sucede sin distinción geográfica, este argumento tampoco parece ser serio.

:)

«Cuando se vuelva la tortilla, quien no sea independentista será un traidor».
(Joel Joan, actor, impulsor de la plataforma Sobirania i Progrés y presidente fundador de la Academia del Cine Catalán, subvencionada por la Generalitat. 15 de septiembre de 2010).
Entonces, si no se trata de un asunto de desafecto, ni de un asunto económico, ni de una situación colonial, ni tenemos un territorio ocupado, ¿qué está operando en la cabeza de quienes quieren la ruptura?

«Tenemos al enemigo dentro de casa. Cómo podemos aguantar a estos del PP, cuando nos han pisoteado... habría que matarlos a todos».
(Ramón Bagó, ex director general de Turismo de la Generalitat, presidente del primer grupo turístico catalán, Serhs, y del Salón Internacional de Turismo de Cataluña. Fue alcalde de Calella con el apoyo de dos concejales del PP. 26 de noviembre de 2009).
Es muy importante saber la causa principal de ruptura porque ésta te dará la pista del tipo de país al que aspiran los secesionistas. En múltiples manifestaciones públicas, la crema catalana intelectual y secesionista ha relacionado su causa con la causa de la libertad. En el caso de que Cataluña fuera menos libre que el resto de España, sería preciso resolver esa situación. El caso es que como parte atributiva de la nación yo no encuentro actos de la autoridad española que supongan un ataque a las libertades civiles de la gente de esa comunidad. Lo que sí encuentro son ataques a sedes de partidos políticos, ataques a simpatizantes de partidos políticos y persecución pública de elementos desafectos al régimen que se está creando allá. Por poner un ejemplo rápido de esto, se puede leer estos días perlas como: «Joan B Culla desemmascara la vilesa del catalanòfob i articulista de La Vanguardia Gregorio Moran, que fa més de 25 anys maltracta els catalans des de les pagines d’aquest diari». El señalamiento público de los desafectos y las presiones a ciertos partidos políticos sí son el pan nuestro de cada día que es indicativo de una cierta falta de libertad. Pero esta falta de libertad no se debe a la "malvada" España, sino precisamente a aquellos que dicen faltarles la libertad.
¿Será pues la causa fundamental de la ruptura deseada por algunos el poder dar rienda suelta a esa persecución y a ese señalamiento? ¿Será el objetivo de la secesión la promesa de un mañana que les pertenezca sólo a algunos? Porque si ésa es la causa última del deseo de ruptura de algunos, inmediatamente todos debemos situarnos en otras coordenadas, pues la causa contra la ruptura sería la causa por la libertad (y no hablo de un concepto metafísico de libertad, sino de restitución de libertades civiles, individuales y colectivas, a día de hoy efectivas) y de ningún modo nadie podría llegar a justificar la creación de dos categorías de ciudadanos. Ni siquiera en el improbable caso de que cumplan sus objetivos sería posible permitir, en el marco de las relaciones entre estados, la existencia de un país que persigue y señala a sus ciudadanos por no ser políticamente afectos al régimen.
Nota: alguna de las citas las he sacado de aquí.Somos más americanos que todititos los gringos:

Volver a la Portada de Logo Paperblog