Este día sí que no me lo esperaba, es más yo ya había preparado mi comida. Tocaron a mi puerta y me encontré con mi vecinito José María que me traía un montón de pescado fresquísimo, a punto de saltar de la fuente, y como parece que todo el mundo piensa que soy de creérmelo todo, me gastó la broma de decirme que su padre lo había estado pescando para mí hacía un ratito. Mi pronto fue creerlo, pero no me duró mucho, lo miré fijo a los ojos llena de intriga y él no tuvo más que lanzar una carcajada con lo que se deshizo mi creencia. ¡Mucho pescado de un tamaño similar! ¡Jureles y caballas! pues muy raro, jajaja. Lo mejor, los buenos vecinos. Gracias Chema y Teresa.
No quise dejar el pescado para otra ocasión, era una pena no aprovechar su frescura ¿Cómo los iba a preparar...? corriendo. Os explico.
Ingredientes:
- Jureles y caballas 10.- Ajos 10-12 dientes.- Perejil un manojo.- Zumo de un limón.- Pimienta molida al gusto.- Aceite de oliva 6 cdas.- Sal.
Elaboración:
Sin duda lo más entretenido es limpiarlos. Hay que cortarles las aletas con una buena tijera de cocina. Abrirlos por el vientre a todo lo largo y extraer las vísceras. Cortar las cabezas con un cuchillo y lavarlos perfectamente debajo del grifo por dentro y por fuera. Escurrir y secar con papel de cocina.
Disponerlos en una bandeja de barro alineados. Salpimentar. Encender el horno a 200 ºC.
Calentar el aceite y freír, cortados en rodajas siete-ocho ajos grandes.
Volcar sobre el pescado. Introducir en el horno.
Diez minutos después, incorporamos el resto de los ajos picados, en crudo, el zumo de limón y abundante perejil. Dejamos que se acabe de hacer el pescado diez minutos más, bajando la temperatura del horno a 180 ºC. Comprobamos que esté a nuestro gusto.
Servimos en la misma fuente de barro.