Revista Diario

Cacho El Kadri siempre presente en cada soldado de este proyecto

Por Julianotal @mundopario

Cacho El Kadri siempre presente en cada soldado de este proyecto
Era de tomar decisiones, de pasar a resistir  junto a unos cuantos jóvenes descolocados ante tanta injusticia. El deber de Envar, y lo sentía así porque había formado parte de esos niños privilegiados. Podía haber sido Chispita o Grillito, pero no, su nombre sonaba en los pasillos del Colegio como si fuera alguien de otro planeta, escapado de alguna novela de Salgari. El “5 x 1” que había exigido el Líder era la justicia del Pueblo, y eso jamás lo olvidó. Pero su deber, después del golpe, estaba en bajarles el copete, como cuando se juntaba con los muchachos en Corrientes y Esmeralda para cantar la marcha, cruzar de un piñón a algún transeúnte que quería sacar la foto de Perón colgada estratégicamente como trampa para gorilas. Él entendía bien que ahí era la ley de la selva, si para Hobbes el hombre era un lobo para el hombre, en esos momentos el oligarca era un gorila para el peronista. Era el deber que tenía que tomar él como otros miembros de ese gigante invertebrado y chueco que había sido el movimiento:  como una logia secreta e improvisada, Envar se reunía con seres que hasta ese entonces tenían otro rostro y ahora eran vejados, les era vedada la palabra que salía de sus corazones. Y entre tantos estaban al que llamaban Misterix, por su impecable impermeable blanco abotonado en doble hilera; el Petitero; el Anguila; el de Poncho Rojo. Seres que no querían volver al subsuelo y sentirse condenados al olvido. Entonces luchaban. Era tomar una piedra, tomar unos papeles repletos de consignas que los triunfadores no querían ver y arrojarlas en el aire, envolver el cielo de una alegría perdida.  Operativos fugaces. Iniciativas que exigían defensa de una doctrina, llevando en el pecho la sonrisa de la Jefa Espiritual. Envar escuchaba al tilingo delante del diario La Nación cómo destilaba odio, entonces se sacaba los lentes, los envolvía en un pañuelo y cuando menos se lo esperaba el contrera, la trompada lo sentaba en el piso. Cuando llegaba la policía, Envar ya estaba diez cuadras adentro.Eran tiempos de acompañar un vino entibiado entre varios como él, que miraban el cielo: quizás, en una de esas, aparecía un Pulqui con el líder adentro… pero el deseo quedaba en fantasía. Entonces con los años, vio que si un grupo de barbudos podían derrotar a un ejército dictatorial y tomar el poder para imponer la justicia en una isla perdida entre el Gigante del Norte y los estados Balcanes de nuestro sur, ellos con más razón podían hacer lo mismo. Había que formar una guerrilla en los montes y bajar a la ciudad, no podía fallar, pero falló. Siempre hay un delator, un estómago resfriado y la misión de Envar quedó abortada.  Su cara empezó a ser conocida en los diarios, los sectores pudientes se escandalizaron de verlo posar en la foto, altanero, con una pose de príncipe oriental con ropa camuflada. El no iba a esconder su rostro, no tenía vergüenza: era hijo de Perón. Y lo tuvo en claro cuando la electricidad le hacían chamuscar la piel, cuando de tanta sobrecarga y golpes su corazón se detuvo por unos minutos y en coma podía escuchar al verdugo gritarle “no te mueras hijo de puta, decinos con quién más estás, para quién trabajás” y luego el golpe de impotencia en la pared.  Y volvió a la vida riéndose a carcajadas, porque él era un pajarito rebelde y existía jaula que lo detenga a hacerlo cantar para beneplácito de los tiranos. Era el deber esperar. Y entre tantos años en calabozo casi había perdido la noción del tiempo, aunque nunca su misiva. Y cuando pudo enterarse que otros tantos hijos como él, los privilegiados de antes, hacían tambalear el régimen, le dio un sopapo a la esperanza dormida porque el Viejo iba a volver, y sabía que le iba a reconocer todo lo que hizo y le iba a perdonar ese pequeño ataque de furia en Madrid cuando le pateó un caniche por no comprender la mente fría y calculadora del General. Los años pasaron llevándose la primavera más corta de su vida, y transitó el exilio, allí donde la distancia es una cara conocida por varias, y regresó. Presenció la comedia de los traidores, pero él sabía bien que otra generación tomará su posta, aquella chuza y lanza que una vez el Chacho entre sueños le cedió, para cambiar las cosas. Su deber era mantener la memoria de unos cuantos que no querían recordar por contar billetes o pasearse por Miami. Él prefería recorrer América, encontrarse con el Che, allá por las rutas de un camino que varios deberán continuar.  Y cuando menos lo esperaban, su corazón se olvidó de despertarse, aunque la tierra seguía latiendo su convicción. Su deber mongol, morisco, gaucho, araucano seguía corriendo por sus venas. Y desde otro lugar pudo encontrarse con Evita y también con Perón, y puede que por su carácter rebelde le haya vuelto a patear el caniche.

A 14 AÑOS DE TU PASE A LA INMORTALIDAD, SIEMPRE PRESENTE EN NUESTROS CORAZONES, CON LA ESPERANZA DE PODER TENER UN POCO DE TU HIDALGUÍA, CORAJE Y AMOR LOS SUEÑOS QUE NUNCA MUEREN Y QUE HOY MÁS QUE NUNCA ESTAMOS CONSTRUYENDO.

CACHO EL KADRI PRESENTE!

Volver a la Portada de Logo Paperblog