Ha pasado bastante tiempo desde mi última publicación en este blog y es que en los últimos días he tenido el ánimo un poco por los suelos, así que, antes de nada, pido disculpas por esta ausencia y por no visitar esos blogs amigos que siempre están ahí, a pesar de todo. Supongo que este “bajón” ha sido provocado por un cúmulo de factores, se han juntado unos días muy difíciles, pues como os contaba en mi última entrada, el 31 de diciembre fue el aniversario de la muerte de mi madre, y esto unido a que en Galicia no veamos el sol desde hace casi dos mes ¿qué queréis que os diga?, eso de ver que llueve un día sí y otro también, con vientos que se llevan por delante árboles y tejados, y que hay que estar con la luz encendida casi todo el día, deprime hasta al más alegre de la casa. Además, en mi empresa han empezado a echar a gente a la calle, puesto que no entra demasiado trabajo últimamente. Con estos presupuestos casi de guerra que tenemos, las obras públicas han desaparecido casi por completo de nuestro panorama, así que los arqueólogos estamos empezando a ser una especie en peligro de extinción. De momento a mí no me ha tocado ir a engordar un poco más las filas del Inem, y por el momento sigo trabajando, pero no sé por cuánto tiempo. A pesar de todo, aunque muchas veces las ganas eran más bien pocas, no he dejado de cocinar en estos días. No obstante, los platos que preparaba no eran demasiado elaborados. La mayor parte se hacía rápidamente y sin muchas complicaciones, como veréis en la próxima entrada que publicaré.Éste que os traigo hoy es un clásico de la gastronomía gallega, muy fácil de preparar y buenísimo. Espero que os guste.
Ingredientes (para 4 personas)
- 1 kilo de raya
- 1 kilo de patatas
- 1 cebolla grande
- 2 cucharaditas de café de pimentón dulce
- 3 dientes de ajo
- Aceite de oliva
- sal