Los Caminos de Ronda forman parte del GR-92 y son una red de caminos que bordean las calas y acantilados de la Costa Brava. Deben su nombre a que fueron utilizados tanto por contrabandistas como por agentes de vigilancia o, también, por los habitantes de las poblaciones cercanas para acceder a la playa.
Calella de Palafugrell, en el Baix Empordá, todavía conserva el encanto de esos pequeños pueblos de pescadores. Está rodeada de pequeñas calas, en una de ellas, en la playa del Canadell comienza el camino de Ronda que nos lleva hasta Llafranc.
Es un trayecto fácil, cómodo y que se puede hacer en unos 20 min. mientras se disfruta de las calas y el mar. En esta parte no hay grandes acantilados, sino rocas, por lo que es fácil ver en ellas a pescadores.
El siguiente tramo del Camino de Ronda que nosotros abordamos es el que va de Aiguablava a Fornells y que comienza con unas escaleras que hay en la propia playa. Aquel día la marea estaba alta y nos las tuvimos que ingeniar para no mojarnos los pies. Desde lo alto, el Parador de Aiguablava nos vigilaba.
Este trayecto es uno de lo más bonitos, las aguas son azul turquesa, hay abundante vegetación, principalmente pinos y las vistas son preciosas, de postal. Apenas son otros 20 min. los que separan Fornells de Aiguablava, pero cada segundo es un placer para la vista y también para el alma.
Es en este tramo en el único que nos cogió la lluvia, aunque sin ser demasiado intensa. Simplemente, guardamos la cámara y seguimos paseando.
Begur también pertenece al Baix Empordá. Paseando por sus calles salen a nuestro encuentro algunas de las casas de los indianos, alguna torre de defensa para refugiarse de los piratas y su castillo. Está rodeada de calas maravillosas, así que al día siguiente decidimos hacer otros dos tramos más de los Caminos de Ronda. Primero fuimos de Sa Tuna a Aiguafreda. Un trayecto precioso, quizás uno de los más rocosos y más bellos de Begur. Apenas tendrá 1 km. de longitud, pero sí un montón de subidas y bajadas y escaleras.
Partimos de Sa Tuna donde dejamos atrás las casas de pescadores y la Cova de Sant Pau, nosotros seguimos por el camino. Tras unos minutos andando y después de una curva tenemos unas vistas impresionantes de la montaña de Cap Sa Sal, a la cuál podemos acercarnos y alargar un pco más nuestro trayecto.
Pasamos por delante de la cala Ses Vaques, una cala virgen a la que se accede por unas empinadas escaleras que desanima a cualquiera, después el camino se vuelve a suavizar y llegamos a Aiguafreda, una cala rodeada de pinos con un pequeño club deportivo y un fondo marino extraordinario.
Nosotros seguimos andando un rato más y luego volvemos al inicio.
Ahora nos dirigimos a nuestro último tramo del Camino de Ronda, el que va de Sa Riera a la Playa del Racó.
La Cala Sa Riera es una de las playas más grandes de Begur y debe su nombre a un torrente que dividía la playa en dos mitades. A través de la Cala del Rei accedemos al camino, fácil, casi un paseo que permite ir disfrutando todo el rato del paisaje.
Pronto comenzamos a ver la gran roca roja a mitad de camino entre la playa y el mar que nos avisa que hemos llegado a la Playa de l'Illa Roja, en la actualidad una playa nudista. Bajamos las escaleras del acantilado hasta llegar a la arena, que es la única forma de acceso a esta pequeña cala, y continuamos por el camino que sale desde el otro lado de la cala.
Enseguida divisamos las Islas Medas en el horizonte, parecen sacadas de un sueño, como si no fueran reales y fueran producto de nuestra imaginación, tienen algo de mágicas, debe ser la neblina que hace que hoy se muestren con misterio. Me han hecho pensar, por unos segundos y salvando las distancias, en el laberinto de rocas de la Bahía de Halong, la memoria es caprichosa y atrevida. Continuamos caminando hasta llegar a la Playa del Racó y a continuación la Playa de Pals.
Preciosos estos tramos del Camino de Ronda, quedan anotados para volver.
Ahora nos dirigimos a Pals, pero al casco antiguo, al pueblo medieval. Lo mejor es perderse por sus calles empedradas de trazado medieval, donde se descubren rincones preciosos que nos transportan a otra época. La población está rodeada por una muralla y todavía se pueden visitar la Torre del Homenaje, el Castillo y la Iglesia de Sant Pere. Los edificios nuevos han mantenido el mismo estilo arquitéctonico, cosas que se agradece y que aporta más belleza y homogeneidad a Pals.
A escasos kilómetros se encuentra Peratallada y decidimos hacerle una fugaz visita antes de dirigirnos hacia la Garrotxa.
Peratallada es uno de los pueblos medievales más importantes de Cataluña, no en vano está declarado Conjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural. Rodeado por una muralla y por un gran foso excavado en la roca, también mantiene su castillo y la torre del homenaje.
Como nos ocurrió con Pals, lo mejor es perderse por sus calles empedradas, nunca se sabe que nos depara al girar una esquina. Fuera de las murallas se encuentra la Iglesia de San Esteve.
A pesar de su reducido tamaño, tiene una gran oferta gastronómica, por lo que si se tiene tiempo es un buen lugar para disfrutar de ella. Esta vez nosotros continuamos viaje.
Durante nuestra estancia en Begur nos alojamos en un hotel con encanto de esos que en cuanto atraviesas su puerta te transporta y te hace sentir más que bien, se trata de El Petit Convent. Ambiente tranquilo, relajado, se respira paz en cada rincón y tanto en los espacios comunes como en la habitación, te hacen sentirte muy bien.
Los desayunos son muy completos, variados y con productos de calidad, cosa que se agradece. Hay muchos alojamientos que nos ofrecen una estancia agradable y a los que probablemente vuelva, pero hay otros que no sólo te producen la misma sensación, sino que van algo más allá. El Petit Convent, es uno de ellos, sin duda, cuando volvamos a Begur repetiremos, y es por ello que quería compartir este pequeño oasis con vosotros. Nos vemos en la próxima parada de este viaje.
Posts publicados de esta escapada:
- Tortosa, una ciudad, tres culturas
- Caminos de Ronda desde Begur
Bon Voyage!