El volante es uno de esos sitios en el que suelo escuchar música, y en muchas ocasiones lo hago a través de la radio (menos en viajes largos y en solitario que sintonizo programas de radiofónicos de tertulias y demás para que me hagan compañía).
El caso es que suelo alternar mi música con alguna emisora de radio que pinche la música que más se aproxime a mis apetencias. Y es en esta tesitura cuando si oigo algún tema de los que me gustan de verdad, de esos que en casa me pongo en repetidas ocasiones en modo bucle, cuando más los disfruto.
Lo propio ocurre cuando estoy en algún bar musical u otro tipo de local similar.
Cuando suenan "esas" canciones, es cuando más las aprecio y las disfruto. Ya puedo estar en casa y deicrme, caramba, me apetece escuchar, qué sé yo, Springsteen. Me pongo el disco que sea, el tema que me rote, y lo disfruto.
Pero, ay!, cuando ese mismo tema suena en la radio del coche, en ese bar musical, en ese... lo que sea, es cuando más me gusta, más lo disfruto.
Supongo que el factor sorpresa tiene mucho que ver, es como ese beso robado, esa noche loca que a priori era una noche más.... que aun siendo lo mismo es mejor que lo mismo
¿No os pasa lo mismo?, ¿con qué temas?
Y como un blog ajeno también es un buen lugar, un momento idóneo para ejemplificar lo que escribo y que lo viváis en vuestras propias carnes allá va un tema que espero sea para alguien una de esas gratas sorpresas, que sea esa canción que hace tiempo que no escucháis y que lo desparaméis cuando le deis al on del vídeo.
Y como no sé qué canción poner apovecho la efeméride de que hace 10.544.400 segundos que no "pincho" a Springsteen en el blog para sorprenderos con este clásico del de Freehold:
The River