¿Recuerdas el Café Oliver? Pues olvídalo. No porque no le tuvieras cariño (y mucho), pero en el barrio de Justicia las cosas cambian. Tras el cierre del mítico local de brunch dominical, en su mismo espacio y manteniendo parte de su icónica estética, eso sí, ha abierto sus puertas un restaurante llamado a revolucionar la capital.
Razones no le faltan. Es elegante, como lo era el fundado por Adolfo Marsillach en los 60 con sus características maderas azul eléctrico, íntimo, romántico, actual y, lo fundamental, es rompedor en su oferta gastronómica sin perder un ápice de sofisticación.
Cannibal es un “raw bar”, un restaurante especializado en crudos. Producto, producto y producto. Sin disfraces, sin excesivos procesos, tal cual. Viene de probar fortuna y alcanzar el éxito en A Coruña, donde abrió sus puertas hace dos años, y ahora, por suerte, le toca el turno a Madrid.
Detrás de él, Ignacio Juanvelz y Rodrigo Marchal, apsionados de una materia prima fresca, sin pretensiones y deliciosa que compone tartares, ceviches, carpaccios o tatakis (el de atún de almadraba con aguacate es como para peregrinar a este lugar una vez por semana).
Es lo principal pero no lo único. Al fin y al cabo, Cannibal es democrático y se abre a todos los paladares. Buenas verduras cocinadas o en ensalada, mariscos gallegos y carnes como la picaña o el lomo saltado peruano completan la deliciosa oferta, que se acompaña de una acertada selección de vinos con más de setenta referencias.
Si te pasas de copas y se te complica la noche, no sufras. Tu única opción ya no será el vecino Tony 2 ni tendrás que cantar al piano. A principios de octubre prometen abrir, en la parte de abajo, y de igual forma que el Café Oliver, una sala de fiestas con música en vivo hasta altas horas de la madrugada, de las que ya apenas abren en Madrid. A primera o a última hora, no tendrás excusa para no disfrutar la noche (o el día) más caníbal.
Almirante, 12
Precio medio: 35 euros
Tlfn. 910 26 87 94