Google, ¿ángel o demonio?
A finales de verano una persona se puso en contacto conmigo para hablar de uno de mis blogs de viajes. El protagonista estaba intrigado porque no escribía con la frecuencia habitual, así que le expliqué que se trataba de un hobby y que, últimamente, no tenía demasiado tiempo.
En uno de sus comentarios dijo algo así como “hay blogs de más calidad porque se actualizan a diario”. Me sorprendió esa frase ya que relacionaba de forma directa la cantidad de artículos (frecuencia de publicación) con la calidad del blog.
No quiero decir, ni mucho menos, que mis contenidos sean mejores ni peores que los de tal otro blog del sector con el que me comparó (y que se dedica profesionalmente a ello), pero no me sirve como argumento de su calidad que ellos escriben más a menudo, lo siento.
El tema quedó en anécdota hasta que la semana pasada un nuevo interlocutor me preguntó por el número de visitas mensuales de otro sitio web que mantengo. En este caso se trata de un experimento, una especie de “agregador” de fuentes relacionadas con un tema muy específico. Un plugin de Wordpress permite publicar en él, de forma automática, los contenidos de otros blogs (resumiéndolos y citando siempre la fuente, por supuesto).
El resultado, desde mi punto de vista, es espectacular: 6 veces más visitas que el blog de viajes. Evidentemente, este sitio tiene muchas más páginas ya que se publican varios artículos cada día. Pero no es menos cierto que apenas tiene unos meses de vida frente a casi 4 años de antigüedad del primero y que su promoción (y número de enlaces entrantes) es sensiblemente inferior.
La explicación, como tantas otras veces, viene de la principal fuente de tráfico, Google. Los datos hacen pensar que EL buscador por excelencia valora mucho más la cantidad de contenidos que su calidad y originalidad. Como usuario que busca “el mejor resultado”, me decepciona.
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