Revista Cultura y Ocio

Canto yo y la montaña baila

Publicado el 31 marzo 2024 por Aurisecular
CANTO YO Y LA MONTAÑA BAILA

Parece increíble que un libro tan pequeño contenga tanto.

Es un libro corto, no llega a doscientas páginas, pero grande. Como grande es su protagonista: la naturaleza vista desde diferentes perspectivas, los seres vivos, humanos, animales y vegetales y los que no lo están pero hacen posible la vida: la nubes, la lluvia, la montaña, la tierra... Hay hasta dieciocho puntos de vista, subjetivos, diversos, algunos contradictorios que, en forma de voces narrativas se van presentando en primera persona de forma individual mientras tejen una red que los engloba a todos, que los hace partes interactivas de una unidad.

Al leer Canto yo y la montaña baila tenemos la certeza de que el canto es el de la vida, más allá de la muerte, y de que las ganas de vivir de Irene Solà han hecho posible que de estas páginas, llenas de dolor, de sufrimiento y de muerte, salga uno de los homenajes escritos más bellos a la alegría de estar vivos.

CANTO YO Y LA MONTAÑA BAILA

Las montañas del Pirineo conforman el espacio. Todo lo perteneciente al entorno influye en los seres que lo habitan; seres amados por la autora, tratados con respeto porque ella está segura de que todos cuentan.

La estructura, fragmentada en diferentes voces narrativas y enlazada en los hechos, hace del libro una novela coral con narradores intradiegéticos que exponen los acontecimientos de forma sesgada, según los sienten en el momento elegido. Los lectores conocemos la versión de cada narrador aunque no podamos evitar que la tensión se acumule conforme vayamos siendo testigos de sus apreciaciones.

Cada capítulo está contado desde el punto de vista de un personaje que habita en la montaña. El protagonismo va cediendo paso de unos a otros, de esta forma, normalmente en primera persona, somos conscientes de la importancia de la lluvia o de los animales en el medio ambiente y su influencia en el ser humano. Todos los seres vivos estamos para conseguir que la naturaleza funcione. Apreciamos los sentimientos de los animales o las motivaciones y debilidades de los humanos.

No podemos desengancharnos de esta novela en la que en ocasiones tenemos la impresión de estar ante cuentos independientes. Esto le confiere al libro una personalidad diferente porque cada voz conserva distintas matizaciones, desde la emocionada de Sió hasta la pícara de las nubes. Son ópticas diferentes que expresan emociones, órdenes, dudas, deseos... a veces ironizan, otras ruegan, afirman o niegan. A veces aparecen matices recelosos y otras reveladores.

CANTO YO Y LA MONTAÑA BAILA

La autora, Irene Solà, necesita las voces de los muertos para entenderlo todo; los fantasmas acuden en ayuda de los vivos para poder superar el dolor de la ausencia. Escribe una ficción con retazos de realidad en los diversos conflictos que surgen. Prácticamente cada personaje tiene uno, porque así es la vida, y no todos se resuelven o lo hacen con el devenir; el paso del tiempo está siempre presente y el espacio es el que contextualiza la propia estructura de la novela, porque el propio ambiente, con el acontecer, desarrolla y arregla la situación.

y para asegurar que en esa unión reside el título del libro, la esencia:

Y en esta estructura, que no es la de poesía, ni la de prosa poética ni la de novela, también encontramos pasajes donde los sueños forman parte de la realidad; al principio le cuesta al personaje diferenciar lo onírico de lo real pero después es capaz de distinguirlo aunque lo introduzca en su cotidianeidad.

Solà ha conformado una historia a través de los años que le va dando carácter a las montañas y a quienes las habitan. La naturaleza parte de la imaginación, donde la memoria armoniza el espacio cambiante en el tiempo, por eso es capaz de igualarse en un cronoespacio que despierta la sensibilidad y emotividad del lector

Cruzan la montaña como si fuera un campo [...] Les digo adiós con la mano [...] ¡Adiós, adiós! [...] ¡Adiós, adiós! Les digo adiós con la mano y se meten en la mañana para no volver nunca más.

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