Revista Cine
Caos por descifrar. Mi odiado yo: Enemy (Denis Villeneuve, 2014)
Publicado el 22 mayo 2014 por Juanjo85(Advertencia: hay spoilers. Avisados estáis)
A raíz del revuelo que ha despertado el nuevo proyecto del director de la abundantemente interesante Prisoners (curiosamente realizada después que ésta que nos ocupa, y de producción norteamericana, sólo que estrenada medio año antes, mientras esta Enemy está hecha con capital canadiense y español), no queda otra que meterla por estos lares e intentar (aviso que en vano) “descifrarla”, citando a José Saramago, autor del libro en el que se basa, libremente, la cinta, en la cita que abre el film: “el caos está todavía por descifrar”. De antemano queda dicho que Enemy es el mejor, más perturbador, estimulante y a la vez complejo trabajo de Villeneuve, a día de hoy al menos, y que le confirma como maestro de las atmósferas opresivas y sórdidas y de las (momentáneas) imágenes apabullantes.
El territorio del doble y/o la suplantación de identidad (doppelgänger) - Enemy termina, en ultimísima instancia, abrazando ambos subtemas- ha sido un tema recurrentemente visitado a lo largo de, primero, la literatura de múltiples épocas e idiomas, centrándose en las motivaciones filosófico/ metafísicas y psicológicas (el subconsciente) de los personajes y abundando en autores de la talla histórica y artística de Robert L. Stevenson (El extraño caso del Dr Jekyll y Mr Hyde) Guy de Maupassant (El horla), Edgar Allan Poe (William Wilson), Feodor Dostoyevski (El doble), Oscar Wilde (El retrato de Dorian Gray), Henry James (La esquina alegre) Vladimir Nabokov (Desesperación), Ambrose Pierce (Uno de los mellizos), José Espronceda (El estudiante de Salamanca), Miguel de Unamuno (El otro), Julio Cortázar (Lejana), Jorge Luis Borges (relato incluido dentro de su El libro de arena) etc., y, por otra parte, el cine también se ha servido, y no en pocas ocasiones, de este recurso temático, con un nutrido número de obras provenientes de realizadores tan dispares como Alfred Hitchcock (Strangers on a train, 1951), David Cronenberg (Dead ringers, 1988), David Fincher (Fight club, 1999) o Darren Aronofsky (sus relativamente recientes The fountain, una deliciosamente rara mezcla de ciencia-ficción y metafísica que tengo que redescubrir pronto, y Black swanrozan con la yema de los dedos estos temas), por nombrar simplemente algunos a bote pronto.
Parábola con toques alegóricos y políticos (atentos a las clases de Adam y las posibles interpretaciones que se pueden hacer de lo que explica a sus estudiantes atendiendo al devenir de la trama) bajo el manto y las convenciones del thriller psicológico de alta graduación cuyo eje central reside en el (los) personaje(s) de Jake Gyllenhaal (advertencia: son dos personajes reales de carne y hueso, nada de creaciones del subconsciente de uno de ellos). Por un lado tenemos al ya mencionado Adam, un introvertido, depresivo y asqueado profesor de historia de universidad cuya anodina existencia gira alrededor de sus clases de historia (curiosamente habla de cómo los gobiernos han alienado históricamente a sus poblaciones, entreteniéndolas con nimios pasatiempos y limitando su acceso a la educación y la cultura, lo que provoca la censura) y de las fugaces aunque habituales relaciones sexuales con su novia (una excelente Mélanie Laurent), a las cuales- sus coitos y con quién los realiza- les da la importancia justa, y que encontrará una, a priori, nimia aunque inquietante y progresivamente obsesiva razón al devenir de su existencia en la aparición (un compañero de trabajo le recomienda una película) de un hombre literalmente idéntico a él, el cual es un personaje, con un brevísimo papel, de esta película, que responde al nombre de Anthony (con un lógico nombre artístico distinto a ese) y que, aunque físicamente es igual que Adam, en su carácter y forma de ser resulta una persona completamente distinta (además, nos ayudan a distinguir uno del otro el hecho de que este último esté casado- anillo en el dedo- y también debido a las vestimentas, más modernas, que porta con respecto a Adam), marcadas ambas facetas por su apetito sexual (se deja entrever en varios momentos que es un adicto al sexo, entre ellos la desconcertante secuencia que da inicio a la narración).
El relato progresa de forma absorbente, apoyado qué duda cabe por la fotografía, la música, así como también por una dirección extremadamente (en el buen sentido del término) soste(conte)nida, que da a la película un elegante tono de suspense minimalista que la convierten en una experiencia visual al alcance de muy pocos cineastas actuales, deviniendo la historia en una sutil ilustración del juego del gato y el ratón pero en el que, al principio sin querer y más tarde a propósito, se involucra a los dos personajes femeninos e inocentes de la narración (la novia de Adam y la mujer de Anthony, ésta última embarazada para más señas) y en el que, desde el inicio, el espectador se verá obligado a unir las piezas del rompecabezas que se le propone, algo que siempre he considerado una virtud narrativa (el hecho de que se obligue al espectador a pensar en lugar de dárselo todo masticado).
Con una araña gigante (tarántula) como la imagen, inicial, central y final de la historia (y en varios contextos, destacando la que da carpetazo al film, de un impacto descomunal y angustioso, así como la central, mostrándose como uno más de los rascacielos de la ciudad) y que puede ser vista como símbolo de la locura y el viscoso desasosiego y angustia que desprende la película, o también, y dando una explicación más acorde con el carácter psicológico del film, con ciertas pistas de la trama, como por ejemplo, y de entrada, la superposición de la araña en el cartel de la película mezclada entre los rascacielos que forman el cabello de Jake Gyllenhaal (que más o menos se repite a mitad de cinta, ya mencionado a principios de este párrafo, en una de esas imágenes que si uno no presta la debida atención puede incluso perdérsela), hasta acabar con la celebrada imagen final del relato y pasando por las acusaciones de "no eres un hombre" que le suelta Mary a Anthony, la tela de araña en la ventana del coche o un momento de la secuencia inicial (también mencionado arriba) con una prostituta pisando al bicho con un tacón, y rizando ya el rizo de lo freak, hasta podríamos teorizar sobre el embarazo de Sarah...
Con todo esto, quizá Anthony (actor de tercera de profesión, un trabajo muy alejado del de Adam) no es quién dice ser, o quizá no lo sea Adam, o los dos, aunque el relato está encauzado en un 51-49 por ciento hacia el punto de vista de Adam.
Villeneuve expone las secuencias de interiores de una forma magníficamente sutil, caracterizado por un talentoso y eficiente uso y desplazamiento de su cámara, tan hábil que en ocasiones parece como si la cámara espiara a los personajes en lugar de simplemente mostrarnos sus actos (en la memoria tengo la escena cuando Anthony vuelve de su encuentro con Adam y alivia a su mujer, la cual está en el salón, diciéndole que Adam no la volverá a molestar para, acto seguido, meterse en el cuarto de baño, siguiéndole la cámara y, una vez con los dos- cámara y personaje- en el baño, Anthony se caga en todo mientras susurra “mierda” delante del espejo por el problemón que se le viene encima).
Además, hace un uso enormemente adecuado del montaje en alternancia (distinguido del paralelo en que en éste último las acciones paralelas deben o deberían ocurrir al mismo tiempo, mientras en el montaje en alternancia no tienen por qué), técnica de la que el film no se desprende en ningún momento, para mostrar los mundos opuestos y las acciones de los dos protagonistas, al principio sin saber quién es quién (la escena sexual de inicio desconcierta...), lo que rellena al film de un hado de inquietud e intriga como no se recordaba en años.
Su escalofriante final, de entrada inexplicable (más bien diría su plano final, ya que su secuencia final sí lo es, moralmente discutible por parte de los dos personajes protagonistas en dicha escena- esa preguntita que le hace ella a él… pero perfectamente razonada y razonable).
No dudo que en unos años estará en cualquier lista de lo mejor de la década.