Revista Cine

Cápsulas de filmin: "Días de vino y rosas"

Publicado el 16 octubre 2012 por Fimin

16 de Octubre del 2012 | etiquetas: Cápsulas, Ariel Fernández Verba Twittear capsulas-de-filmin-dias-de-vino-y-rosas

En una época como la que vivimos, donde la lectura de más de tres párrafos en la pantalla del ordenador parece ir contra la velocidad del progreso, el colaborador Ariel Fernández Verba comienza una serie de entregas semanales sobre cine encapsulado que no sólo busca las mil caras tras el movimiento filmado, sino también el ojo cómplice de quienes, sugestionados por la propuesta, saben que el cine es algo más que la verdad de otros. Así bien, para los románticos se adjuntará el texto original, y para los curiosos, una puertita abierta a las peticiones. En esta primera entrega: “Días de vino y rosas”.

En agosto de 1962 aparece el cadáver de Marilyn Monroe rodeado de barbitúricos, botellas, sabanas en el suelo, versiones y, envolviendo este panorama, la certeza de que algo ha terminado, aquella belleza que todos deseaban, que todos codiciaban como lo perfecto entre nosotros no era tal belleza sino más bien la máscara que ocultaba una fragilidad susceptible a todo tipo de perversión.

Aquel año también fue el año donde el estado de bienestar había alcanzado una forma bien definida en la sociedad, aquella donde la tranquilidad del núcleo familiar era proporcional a la cantidad de electrodomésticos que barajen, aquella donde el estatus laboral y los automóviles  eran sinónimos de modernidad e independencia pero claro, nada era ni es gratuito, y en oposición a este decorado, no hubo maquillaje que tapase las angustias y dolores que la modernidad adjuntaba en su contrato.

El realizador Blake Edwards, referente del cine cómico de la alta industria, construye con “Días de vino y rosas” y, más concretamente con esta angustiosa escena protagonizada por Jack Lemmon, ese doble rasero de una época forjada en el culto a la apariencia (de ahí las flores) pero desmitificada en su contenido (de ahí la desesperación entre las flores).

¿Dónde está? Grita el hombre desesperado, ¿Quién me la ha robado? Pregunta a la noche, ¿Dónde está la belleza cuando no existen los motivos? ¿Y donde la paz entre nosotros si apenas podemos gestionar esa existencia que es la nuestra?.

La verdad finalmente cae por su propio peso y entendemos, como quien no quiere entenderlo, que fuimos engañados nuevamente y que si hubo belleza, solo pudo ser la de estos ojos que por ver, vieron caer incluso sus párpados. 


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