Revista Educación
La épica, como ya hemos dicho muchas veces, es uno de los grandes géneros literarios junto con el drama y la lírica. Es, además, común para todas las tradiciones literarias de todas las naciones, ya que, en general, los pueblos sentían la necesidad de ensalzar las grandes historias de sus grandes héroes para honra propia y de estos hombres y dar ejemplo a las generaciones venideras.
Al calor de estos ideales nacieron las grandes obras épicas de época antigua, como son la Ilíada y la Odisea en Grecia, la Eneida en Roma o el Beowulf en la tradición anglogermánica, entre otros. Cada uno, por supuesto, posee sus características propias por darse en una nación y tradición literaria distintos.
En el caso de la Península Ibérica, la Edad Media fue especialmente prolija en composiciones de carácter épico y las cargó con una serie de características propias que solo se dan en aquella época (siglos X – XV) y en nuestro territorio.
La mayor parte de los poemas españoles se han perdido, si comparamos con otras tradiciones europeas como son la germánica o la francesa, que conservan muchos más testimonios. En nuestro territorio, la conservación de manuscritos se daba en monasterios y muchos fueron arrasados por la guerra, abandonados o quemados. Además, el clero ejercía su poder sobre ellos, por lo que muchos fueron destruidos por la censura.
Realismo o historicidad. Es la diferencia fundamental y la más acusada entre la tradición española y otras anteriores. La sobriedad y el atenerse a hechos ocurridos con veracidad, dejando la fantasía aparte, es lo que define a poemas como el Cantar de Mío Cid. La razón que se da para ello es la composición cercana a los hechos ante la necesidad de crear cantares que ejercieran a modo de noticiero.
El tono humano de los héroes y personajes, que se permiten momentos de debilidad y de demostrar sus propios sentimientos y afección. El Cid llega a llorar en su poema y la familia, la mujer, los hijos, la amada, son elementos muy importantes y que cobran relevancia en la trama y aportan motivación al héroe.
Esto lleva a que los elementos domésticos tengan cierta relevancia y que los héroes puedan aparecer ejerciendo acciones cotidianas que, en otras tradiciones centradas más en la aventura, la batalla y el combate, no veremos.
El resto de características hemos de buscarla en el tipo de composición predominante en esta época, los cantares de gesta. Más información sobre ellos puedes consultar en esta entrada.