Robledo Puch, en el día de su detención (1972)
Autora fotografía: Graciela García Romero
A mediados de 1973 logra fugarse de la cárcel, creando una ola de pánico en la capital argentina, aunque pocos días después es detenido. En 1980 se celebra el juicio en el que es sentenciado a cadena perpetua por diez homicidios calificados, un homicidio simple, una tentativa de homicidio, 17 robos, una violación, una tentativa de violación, un abuso deshonesto, dos hurtos y dos secuestros. Al finalizar el juicio se dirigió a los jueces en tono amenazador: “Algún día voy a salir y los mataré a todos”. Robledo Puch siempre fue un chico muy problemático. Su cara aniñada fue el objeto de muchos apodos como “ángel de la muerte”, “ángel negro”, “el ángel de la muerte” o “el muñeco maldito”. Nadie se explicaba cómo podía ser que un chico de clase media-alta, que tocaba el piano y hablaba varios idiomas empezara a robar en edad adolescente y acabar matando a los 19 años con esa sangre fría. Carlos Eduardo Robledo Puch, desde los años ochenta ha solicitado su excarcelación en numerosas ocasiones, la última vez en mayo de 2015, acogiéndose a la ley argentina que permite a los presos de larga estancia en prisión –siempre y cuando los informes de los equipos de tratamiento penitenciario lo consideren- salir en calidad de libertad condicional. Pero los psiquiatras y los psicólogos lo desaconsejan puesto que ha tenido varios brotes psicóticos, además de presentar “una estructuración psicopática de la personalidad, con rasgos de perversión y cierta ideación delirante. No existe culpa, no acepta sus crímenes y se observó cierto grado de agresividad contenida”. Es el preso argentino que más tiempo lleva en prisión (43) y hasta la fecha, los jueces siguen manteniendo las puertas de la cárcel cerradas para él.