CARRIE
Título Original: Carrie Director: Kimberly Peirce Guión: Roberto Aguirre-Sacasa Fotografía: Steve Yedlin Música: Marco Beltrami Intérpretes: Chloë Grace Moretz, Julianne Moore, Gabriella Wilde, Judy Greer, Alex Russell, Megan Hilty, Ivan Hoey Jr. Distribuidora: Sony Fecha de Estreno: 05/12/2013
Stephen King es un posiblemente uno de los narradores que mejor han sabido explorar los miedo humanos en todas sus vertientes. Aunque camuflados como relatos de terror, Stephen King es un tipo que suele indagar bastante hondo de sus personajes para sacar las raíces del terror, presentárselos a sus lectores y hacer que estos suenen terriblemente conocidos. Así, Carrie, la primera novela que publicó, iba más allá de un relato de una niña con poderes telequinéticos. Hablaba del miedo a la represión, los problemas de la fe, y sobre todo del abuso escolar, un tema que cuando se publicó la novela, no se veía realmente como un problema, pero que posiblemente, desde su condición de profesor, el novelista conocía muy bien. Había serios problemas en la película que realizó Brian de Palma, si bien, supo diseccionar el relato para alejarlo de la simple historia de terror y presentar también un filme de una fuerte temática social. Era incapaz de amarrar todos los puntos, sobre todo en los relativos a la relación de Carrie con su madre y sus fuertes creencias religiosas, lo que dejaba algo cojo al personaje protagonista. Los actos de Carrie en la película de De Palma, se llegaban a comprender como reacción a ese abuso escolar que tenía que sufrir, pero dentro del contexto de la película, el trauma que empujaba a la protagonista a cometer esos actos, se sentía como algo completamente exagerado.
Quizá por estos motivos, por los que Carrie me parece, aún siendo una película agradable de revisitar, lejana a la los grandes títulos del cine de terror, por los que la idea de un remake de Carrie, me parecía algo sensato y que podía ser muy producente. En primer lugar nos encontrábamos con un relato que hoy es mucho más actual que cuando se publicó. No sólo ya el tema del acoso escolar se ha agravado en exceso, siendo, tristemente, noticia continua en la prensa. Si no que también, el fanatismo religioso ha aumentado exponencialmente durante los años. Lo que Stephen King narraba en su novela daba lugar para realizar una crítica tan brutal como la que presentaba Kevin Smith en Red State. A estos puntos, hay que sumarle el hecho de que Carrie es una película que ha envejecido terriblemente mal. Cómo ha pasado con muchas películas de género de la época, la escasez de medios es más que visible a día de hoy, algo que en el caso de Carrie se agrava aún más que en otros casos, ya que la tendencia estilosa de De Palma hace que se vean mucho más sus costuras.
Pero lo que sobre el papel podría parecer una buena idea, falla completamente en su ejecución. Porque Carrie no aprovecha nunca su posición aventajada, y lo peor de todo, y lo que la hace notablemente a la película de De Palma, es que es una película que no tiene alma. La Carrie a la que daba vida Sissy Spacek, al igual que a la que encarna Chloë Grace Moretz, era una víctima, pero De Palma nunca justificaba sus actos. La Carrie de De Palma, se veía acosada por sus compañeros, pero estos realmente no eran villanos. Sus actos denotaban una increíble inmadurez, y pese a la crueldad de los mismos, ellos jamás pensaban que estuvieran realizando más que una salvaje travesura. Es por esto que Carrie tampoco buscaba venganza, pero cuando la sangre caía sobre ella, se sentía tan desprotegida, que toda su ira aparecía como una fuerza de protección, como un escudo con el que acallar las risas de los que los demás consideraban poco más que una broma.
Pero la nueva Carrie busca victimizar a la protagonista desde su comienzo, como buscando forzosamente la simpatía del espectador, al que le pide, imperiosamente, que se identifique con ella. Ver desde su nacimiento a su madre atacándola con unas tijeras es síntoma de esto. Y es que aquí nos encontramos también con que la relación materno-filial se encuentra mucho más pulida que en la original, pero convirtiendo a Margaret White, en lugar de una víctima de su propia creencia religiosa, en una arpía desalmada que ahoga a una hija que cree un castigo, con la religión. Los compañeros de Carrie son personajes crueles, pasando de la mera travesura. En el momento que a Carrie le viene la regla en la ducha, una escena que queda lejos de tener la fuerza que tenía en la película de De Palma, observamos cómo estos la graban como en el móvil, lo que podía parecer un atisbo de denuncia al acoso escolar y tratar como éste ha evolucionado. Pero se queda en la mera pincelada, y que sólo sirve para demostrar su salvajismo. Estos personajes, que no son más que el mero estereotipo de estudiantes populares, acabarán subiendo el video on-line, en un acto que denota verdadera maldad.
Todo esto supone un problema cuando vemos como afecta al comportamiento de Carrie, y es que en el momento que descubra que tiene poderes, se dedicará a preparar su venganza, y a explorarlos con un tratamiento que recuerda al de las películas de superhéroes y a la forma en la que estos intentan indagar en su propio poder. Casi de forma inconsciente, Carrie, durante la película, evoluciona de víctima a héroe. El acto final, cuya principal escena, escapa de esa imagen tan grotesca, que parecía salida del circo de los horrores en la cinta de De Palma, para mostrar una repetición desde distintos ángulos para enfatizar en ella, pierde toda su fuerza. Lo que Carrie encuentra es únicamente una excusa para ejecutar su venganza, una venganza que hace tiempo que tenía preparada y que de una forma u otra debería llegar, según el planteamiento mostrado. Es sólo aquí cuando parece lógica la elección de Moretz, porque la actriz es incapaz de mostrar la fragilidad del personaje, ni siquiera en las primeras escenas dónde pretende parecer más vulnerable. Esta Carrie es una heroína, cuya matanza está siempre justificada como un lícito acto de venganza.
No existe en Carrie una pizca de vida, estamos ante un producto de terror simplón y efectista, en el que por si fuera poco, nos muestra la representación de algo que de sobra conocemos. Kimberly Peirce dirige bien a sus actores, y salvo algunas decisiones discutibles, en las que como decíamos, tiende a subrayar en exceso la acción, nos encontramos ante una película bien dirigida, pero más allá de eso somos incapaz de encontrar nada que nos llame la atención. Pocos remakes están tan justificados como el de Carrie, cuya puesta al día, si se hubiera hecho con el valor necesario para enfatizar más en sus temas sociales, que en el terror barato, habría sido algo completamente necesario. Sin embargo, tendremos que seguir esperando.