Allá por el 93 estuve en Siria. De eso hace ya mucho tiempo. Aun gobernaba el país Hafez al-Asad, padre del actual presidente.Recorrí el país y estuve en muchas ciudades y también en estuve en Deir ez zur, de la que siempre he guardado recuerdos imborrables….
Por eso, cuando me levanté hoy y leí la escalofriante noticia de 300 muertos y cerca de 400 secuestrados a manos del Daesh o Estado Islámico en Deir ez Zur, la rabia y la impotencia contra la sinrazón se instalaron en mi.
La certeza de la libertad ahogada de cientos de miles de personas se mostro como una cruenta realidad.Siempre me he preguntado cual sería la solución a todo lo que está pasando en Siria:Poner trabas a la migración de miles de sirios que escapan de una guerra financiada con el beneplácito de occidente o simplemente aislar económicamente al Daesh. La primera opción es siempre la más fácil, ya que rechazar a aquellos que no tienen nada, que lo han perdido todo, es una tarea sencilla. La segunda opción pasaría por aislar económicamente al Estado Islámico, pero entra en juego muchos factores, yalguno tan importante como el petróleo y aquí, querido amigo, hemos topado con el poderoso Don Dinero.
Creo que debo mostrar algunas imágenes de la vida de Deir (así llaman los sirios a Deir ez zur). No logran mostrar la verdadera naturaleza de una ciudad generosa, amable y afable, hospitalaria, donde vi las primeras sonrisas deshinibidas de mujeres vestidas con vivos colores, sin velos tapándoles la cara e incluso amamantando a sus bebes en plena calle o mercado, y ello a pesar de que la guerra fabricada por USA contra Irak estaba tan solo a unos kilómetros, pero creo que logran transmitir una cierta imagen de tranquilidad y de ver la vida pasar, con humildad.Mi gratitud y amor hacia personas, muchísimo de ellos beduinos, que abrieron sus corazones y sus casas para recibirme y que disfrutase de mi viaje, sigue presente en mí cada día de esta absurda guerra.Deir es llamada “la Babilonia siria”. Después de recorrer kilómetros y kilómetros de desierto, te encuentras un vergel, alimentado por uno de esos ríos míticos, del que siempre oíamos hablar en las clases de geografía, el Éufrates.Me sentí como en casa, todo era muy familiar, la gente te llevaba en sus motos o bicicletas sin casi saberpronunciar tu nombre; se mostraban contrariados por el rechazo de una taza de te (posiblemente ya había tomado más de diez ese día); que mostraban su mejor cara, por algo tan universal y humano como la hospitalidad.Por eso, cuando ahora ellos nos piden hospitalidad y veo que se les taponan las fronteras, me duele el corazón…..Siria comienza a ser una gran mancha negra en el corazón de Occidente, aunque para muchos de nosotros sea también una lagrima en nuestro corazón, ya que la muerte de una sola persona en este conflicto anacrónico es un gran fracaso colectivo.
17 de enero de 2016J.P.