Revista Cultura y Ocio

Carta de un suicida anónimo

Publicado el 15 diciembre 2012 por Serlibre


No tener un destinatario para mi carta es un motivo más que suficiente para suicidarme. Soy una persona anónima, nadie llorará mi muerte, seré enterrado después que mi cuerpo haya sido devorado por insectos o porque  el mal olor se esparza en las veredas de mis vecinos.Me gustaría suicidarme rodeado de fantasías tales como, alguien que  presiente el hecho y me rescata. Llega, y sin preguntar me rodea con sus brazos aunque esté con barba crecida.

Quizás también, porque no, recibir algún mensaje de texto con un - t amo-, aunque faltara la e. Qué vibración tan hermosa esa falta de letra que los amantes dejan deslizar en sus horas de pájaros.Trato de pensar, como lo he hecho toda mi vida,  en alguien a mi lado tomándome la mano mientras me muero, pero no encuentro nombre ni rostro. 

Soy ridículo, me digo, pero no me escucho porque me estoy por suicidar pero me roza ese ridículo como un campanario en la cabeza. Imagino a un santo padre haciéndome una crucecita en la frente con el dedo pulgar y esa calidez comenzando a subir y bajar por mi cuerpo. Decirle – padre, padre, he buscado a dios todo el tiempo pero nunca llegó-  Y que él me contestara – Qué  raro hijo, yo siempre caminé a tu lado y sonreí con las primeras letras que dejaste en el pupitre aquella tarde diciendo – mamá quiero masitas pero no me gusta la leche-

No sé  por qué extraño espíritu estaré poseído para escribir mis últimas palabras al vacío. Palabras que nadie leerá. Y otra vez me digo, - ridículo, ridículo, ridículo – y me doy pena. Pero teniendo en cuenta que estoy por suicidarme es natural sentir pena por mí mismo, invertir el tiempo y acelerarlo a punto tal de que pasen de manera vertiginosa cientos de imágenes y contra imágenes con esa velocidad que aumenta cuando las cosas se vuelven dignas de ser contadas.

Ridículo, miserable, pensarán, los que no piensan ¿? Qué muerte aburrida, sin sirenas de socorro ni labios mojados por alguna lágrima. Qué muerte triste compañeros, hay formas y formas de morir. Podría morirme haciendo el amor, cogiendo, para ser más exacto, o en una fiesta de fin de año justo en el momento donde todos brindamos y soltamos deseos que quizás no cumplamos pero que brotan con emociones sentidas. Hay tantas formas de morir, tantas, tantísimas y pensándolo mejor digo – pucha, por qué todos morimos diferente- No encuentro respuesta, más no me quejo porque soy un suicida libre con máquina de escribir y otros quizás ni tengan donde dejar los últimos suspiros.

Qué infame resulta la muerte cuando uno puede seguir viviendo y no quiere, pero a decir verdad cualquier muerte es infame, pero ninguna tanto como cuando te arrancan del suelo por cuatro tiros en la cabeza o por abandono o por secuestro. Uf ¿Y las torturas? Esas sí, qué grandes infamias. Llegan lento, te asechan, calculan, reculan, vuelven, se van, planifican cómo darte más vuelven te pinchan te escupen te patean te ponen el plato de comida y cuando te acercas con voracidad te lo corren y dicen, osooo, y vos levantas la mirada en modo súplica con saliva chorreando y justo ahí, sí, ahí, te patean la boca.

Qué ridículo, ridículo, triste, solitario estoy, qué ganas de no estarlo. Entrar al mundo por la puerta del costado, que aparezca algún negrito sonriente con un holaaaa y meterme de lleno a guitarrear en alguna peña de descalzos con algún fasito encima y  sonrisas entre cortadas. Canto sin quebrando, carcajadas envuelta en algún vómito resaqueado, o juntando vasos de fin de jodaCualquier boludez sería mejor que este imbécil final que he decidido. Pero al mundo no se entra por la puerta del costado, me digo, de ese modo ya arrancas perdiendo. ¿Habrá alguna manera decorosa de entrar al mundo? No puedo seguir escribiendo así sin destinatario tengo que buscar un nombre o dos o tres, no más de cinco pero tampoco menos de cuatro. Ya sé, Juanita, es cálido, gentil un nombre de mate, bombilla, aguante.

Querida Juanita, soy un gran imbécil que no supe valorarte cuando.. (¿Cuándo?) Ridículo, ridículo, no puedo inventarte Juanita si nunca estuve ni estuviste. No soy, no fui no fuimos ni llegamos. Igual te quiero decir que me hubiera gustado conocerte y tirarme a tu lado a dormir una siesta en pleno descampado con fondo de estrellas. No soy muy valiente Juanita pero no hubiera permitido que los mosquitos te picaran el pudor, eso te lo juro. No soy un carilindo pero tampoco un vende patria ni traidor.

Dejale un saludo a tu hermana, la que  nunca dejaba de saltar justo en el momento que te iba a chantar un beso de contramano. Qué pendeja divertida. Dale un beso mejor, vos viste, después te morís o se te da por matarte como yo ahora y te quedas con besos acumulados. ¿No te parece que es mejor morir en una mordida de labios que retorcido en el espanto de mi ausencia?Juanita, si pasé por tu lado y no te di bola no creas que fue porque no me gustaras, fui un cagón, soy un cagón, estoy siendo cagón, pero no menos cagón que los que los que me empalaron a media tarde. No, no menos, ni más.

Juanita, el cielo se parte, no encuentro huellas, se cierran los carriles, me estoy fumando el último cigarro tecleo dos o tres te quiero y me voy con pena y sin gloria a guitarrearle a san corleone, san exputito o san porrito, no sé.  Me voy, venite no me dejes Juanita te estoy inventando en este último minuto una vez más para desistir pero no llegas, Juanita Juanita , San Agustín, santo, nada, los quiero. No puedo.

carta de un suicida anónimo


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