Revista Cultura y Ocio

Cartas a Ophelia. Fernando Pessoa.

Publicado el 04 marzo 2010 por Alguien @algundia_alguna

Cartas a Ophelia. Fernando Pessoa.«Fernando Pessoa escogió la literatura simplemente porque no podía escoger el amor», escribe Tabucchi en el prólogo de “Cartas a Ophelia”, el libro que recoge el epistolario del genial poeta portugués a Ophelia, su casto amor, y que se publica ahora con las ilustraciones de otro grande, Antonio Seguí. Así, la editorial El Zorro Rojo ha rescatado este clásico para embellecerlo y ponerlo al día con las ilustraciones del artista argentino, residente en París desde el año 1963 y considerado uno de los artistas contemporáneos más relevantes.

El resultado es este bello libro, que ha estado ausente de las librerías más de veinte años y que pone de relieve otra de las caras de Pessoa (Lisboa, 1888-1935), y eso que ya es difícil, porque, aunque en esencia fue uno, se desdobló en cuatro. Una conciencia poética y psíquica fragmentada que dio varios heterónimos, como Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Alvaro Campos o Bernardo Soares.

“Cartas a Ophelia” reúne las 48 cartas que escribió el poeta a su joven amada, el único amor que se le conoce, cuando él tenía 32 años y ella 19. Divididas en las dos etapas que ocupó esta relación sentimental. Una correspondencia forjada en los años decisivos de la producción literaria de Fernando Pessoa. El prólogo de Antonio Tabucchi reflexiona sobre este epistolario al que el gran artista plástico Antonio Seguí ha dedicado una treintena de exquisitas acuarelas.

Durante 1920 y de 1929 a 1930. Ophelia Queiroz era una mecanógrafa en las oficinas Félix, Valladas & Freitas de Lisboa, donde Pessoa se ocupaba de traducir la correspondencia comercial.

Y es Ophelia quien relata el encuentro, algo que evoca en su madurez y que se incluye en el libro.

«Un día se fue la luz. Freitas no estaba y Osorio, el “grumete”, había salido a hacer unos recados. Fernando fue a buscar un lámpara de petróleo, la encendió y la puso encima de mi mesa. Poco antes de la hora de partida, me alcanzó una notita que decía “Le pido que se quede”. Yo permanecí expectante. Por entonces ya había notado el interés de Fernando hacia mí; y yo, lo confieso, también le encontraba cierta gracia… Recuerdo que estaba de pie, a punto de ponerme el abrigo, cuando él entró en mi despacho. Se sentó en mi silla, dejó sobre la mesa la lámpara que traía y comenzó de pronto a declararse como Hamlet a Ofelia: “¡Oh, querida Ofelia!, mido mal mis versos, carezco de arte para medir mis suspiros, pero te amo en extremo. ¡Oh, hasta el último extremo, créeme!». Quedé muy conmovida, como es natural, y sin saber qué decir ni hacer, acabé por ponerme el abrigo y despedirme apresuradamente. Fernando se levantó con la lámpara en la mano para acompañarme hasta la puerta. Pero, de repente, apoyó la lámpara sobre la divisoria de la pared, me tomó sorpresivamente por la cintura, me abrazó y, sin decir una palabra, me besó, me besó apasionadamente, como un loco. […] Días más tarde, como Fernando parecía ignorar lo que había sucedido entre nosotros, resolví escribirle una carta pidiéndole una explicación; lo que dio origen a su primera carta-respuesta, con fecha 1.° de marzo de 1920.»

Fuente: EFE.

En Algún Día: Fernando Pessoa.



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