Decido escribir varias cartas a sendos escritores que estos días me han hecho disfrutar y reflexionar. Entonces, enredando algunos cables en mi cabeza, imagino que, por un error de mi servicio de correo electrónico (o puede que por arte de magia), los mensajes acabarán saliendo y llegando cruzados. Ninguno de ellos terminará en el buzón de entrada de su pretendido destinatario.
Uno aterrizará en el de Lorenzo Silva, de quien, según expreso, acabo de terminar Tierra Firme y Venganza en Sevilla. En un ataque de sinceridad, le confieso que ambas novelas las he tomado prestadas de la biblioteca de mi barrio, aunque le informo de que he querido retribuir su estupendo trabajo (los escritores deben poder vivir bien de su labor literaria, faltaría más) comprándome el volumen de la Trilogía de Martín Ojo de Plata. En esas páginas leeré la tercera y última parte de la saga: La conjura de Cortés.
Otro e-mail lo abrirá Espido Freire. Eso espero. A ella le tocará recibir un reconocimiento muy personal que nace de un encuentro literario reciente en el que pude escuchar palabras magníficas. Le digo que siento que "es de los míos" y que yo también pienso que la ecuanimidad y la justicia son valores superiores. Le felicito por su verbo ágil y preciso, por su claridad de ideas y por su honradez. No entro a valorar sus novelas, pues aún no me he sumergido en su "universo Bevilacqua-Chamorro", aunque me habría encantado decirle que me gustaron mucho Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia y, sobre todo, El cazador del desierto. En fin, quería ser breve y no molestar.
Mi otra misiva digital es para Matilde Asensi, a la que agradeceré su incisiva intervención en el Abril de Cervantes junto a Fernando Marías y las Microlocas (...vaya, no era mi intención convertirlos en el solista y su banda). Le daré mil gracias por activar el despertador de muchas bellas durmientes y ponerle el bocado al caballo de otros tantos príncipes, grises y despistados. Gracias también por añadir un gramo más al platillo de la indignación en esta balanza cuyo mecanismo pretenden amañar unos cuantos. Y gracias, le digo, por aprovechar que sigue habiendo foros como ese para alzar la voz y denunciar. En fin, es terrible que nos hayan robado la voz, que unos cuantos se hayan apoderado de los medios públicos para usarlos a su servicio y el de quienes acechan cualquier oportunidad de manejo, ratería, deformación e impertinencia.
Y hay una última carta, corta pero emocionada, para José Luis Sampedro. Ésta la enviaré por correo ordinario. No me fío de internet para todo lo ligado a la magia verdadera.