Revista Cocina

Casa Ràfols, de los tornillos y clavos a los cubiertos.

Por Baco Y Boca @BacoyBoca

Casa Ràfols nació como ferretería hace más de cien años. En 1911 abrió sus puertas y desde entonces y hasta 2017 estuvo al pie del cañón viendo y viviendo Barcelona durante más de 100 años. ¡Lo que no habrán visto y oído esas paredes!

Ahora Casa Ràfols luce su rótulo en la fachada, aunque dentro del remodelado e impresionante local no encontraremos ni tornillos ni clavos, sino una cocina casera y tradicional bien servida.

Lo más curioso de esta historia, es que a Casa Ràfols esto de la restauración no le viene de nuevo. Se dice, se comenta, se rumorea que durante la década de los años 30 hizo sus pinitos en la cocina ofreciendo comidas clandestinas, ya que su sótano se comunicaba con un restaurante cercano. Por entonces, no podían pensar que en un futuro, esa aspiración que se cuajaba escondida en sus entrañas acabaría siendo una realidad tantos años después.

Casa Ràfols, de los tornillos y clavos a los cubiertos.

Qué se cocía allí en los treinta (nunca mejor dicho) no lo sabemos, pero si que podemos hablar de lo que hoy en día y de forma abierta ofrecen en el nuevo restaurante.

Los artífices de esta renovación son Grupo Balcastro, quienes se iniciaron en el negocio de la restauración participando en el proyecto de Sangría Lolea. Más allá de la exitosa bebida, abrieron Casa Lolea para conseguir un original formato donde poder degustar la sangría con un buen tapeo. Con otro prisma y estilo, llegó Elsa y Fred y, además de Casa Ràfols su última aventura, tienen planes que incluyen nuevas propuestas gastronómicas.

Los fogones están liderados por Txemi Andrés Alonso. De origen vasco, el producto de calidad, la cocina y los sabores forman parte de su ADN. Una cultura culinaria vivida desde pequeño que definió claramente su vocación, incluyendo en su currículum un restaurante propio en Burgos, y muchos años dedicados a Grupo Sagardi.

Casa Ràfols, de los tornillos y clavos a los cubiertos.

El Chef ejecutivo de Grupo Balcastro anda ahora haciendo de las suyas en Casa Ràfols. Para ello, cuenta con un buen producto en el que deposita toda su confianza: un buen bacalao de bacallaneria Ràfols, un buen foie de Rougie o la panadería Solà de Argentona, que además pone a disposición del cliente sus panes por si, además de disfrutarlo en el propio restaurante, quieres llevarte a casa. También es posible adquirir alguna de sus conservas, aceites y vinos.

Siguiendo la tradición vasca, la búsqueda de ensalzar el producto será su principal premisa, ayudándose de elaboraciones de toda la vida. No se necesita mucho más cuando la carne es Dry Aged con maduración de 5 semanas cómo mínimo o el pescado es de lonja, pero también es cierto que por si solos no son válidos. Hace falta que detrás haya alguien que sepa sacar lo mejor de cada uno de ellos con técnicas como el maridado o el ahumado.

Casa Ràfols, de los tornillos y clavos a los cubiertos.

No debemos pensar en grandes raciones, sino más bien todo lo contrario. Casa Ràfols nos da la oportunidad de poder degustar casi en formato de pincho la gran mayoría de sus propuestas dando la oportunidad de poder probar más variedad. Las raciones son más pequeñas pero todas ellas guardan la esencia y sabor del plato. Además de su carta, las sugerencias del chef son otro fijo que no podemos obviar. Fíjaos que tiene cuando lo visitéis, y, en concreto, de que es la tortilla que ese día ofrecen. Porque tortilla del chef siempre hay, lo que sabemos es qué ingredientes llevará.

Aunque el local se ha conservado todo lo posible, es la fachada lo que prácticamente se ha dejado igual. Su interior se ha reformado para la nueva misión de Casa Ràfols. Nada más entrar, vemos una gran barra y, adentrándonos, vemos el comedor. Allí es donde se disfruta de lunes a domingo a cualquier hora de un buen desayuno si es pronto, y si es más tarde cerca de la hora del vermut, tómalo acompañado de su pincho de ensaladilla con huevas de salmón y pimiento asado o de su sardina marinada rellena de escalivada casera.

Casa Ràfols, de los tornillos y clavos a los cubiertos.

En el comedor vemos otras elaboraciones como el ceviche de lubina, aguacate y aguachile verde; unos buenos espárragos Cojonudos con verduras a la brasa, croquetas de jamón ibérico cien por cien de bellota (gran detalle a tener en cuenta), unos mejillones rellenos de los propios mejillones y verduritas o un gran caldoso con bogavante, con fumet doble y un toque de Palomino seco que resucita a cualquiera.

Mil metros cuadrados en total que han sufrido la transformación de despachos en salas privadas, de talleres que destinados a una nueva zona o alguna que otra sorpresa que se desvelerá en un futuro.

Por grande que parezca, cada uno de sus palmos tienen algo que contar y Grupo Balcastro no quiere olvidarse de ello. Casa Ràfols es un local con mucha historia detrás... Esperamos que tenga la misma por delante. Ilusión no falta.

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