Tanto el origen de la Castañada como el de Halloween se remonta a la festividad de Samhain, que es el año nuevo Celta, el cual celebra la finalización de las cosechas y la llegada de las estaciones frías del año, coincidiendo con la entrada de la época oscura.
Es tiempo de transición y apertura al otro mundo, momento dedicado a conmemorar los antepasados. Las casas se decoran con figuras terroríficas para asustar los malos espíritus, y como en otras muchas culturas, también se relacionan los alimentos y el ritual de conexión con los difuntos, no sólo en forma de ofrenda, también en comidas funerarias que incluyen alimentos propios de la temporada de otoño cómo: manzanas, frutos secos, fruta confitada…
Con el paso de los años, la fiesta Celta de Samhain se fue modificando hasta que la religión católica la incorporó en su calendario, surgiendo las dos vertientes que conocemos hoy en día: el día de Todos los Santos y Halloween.
En el caso anglosajón de Halloween fueron los irlandeses, que emigraron a Norteamérica, los responsables de transmitir diferentes versiones de sus tradiciones, las cuales quedaron fuertemente arraigadas.
La Castañada en Cataluña, pero también el Magosto en Galicia, el Gaztainerre en Euskadi o el Calbote en Castilla, son la vertiente gastronómica, y la castaña es el alimento estrella que todos tienen en común. Cada región incluye otros alimentos propios de la temporada de otoño como: almendras y piñones de los panellets, moniatos, setas, calabaza, dulce de membrillo, granadas, higos, y bebidas como la sidra dulce o el moscatel…
Actualmente, la Castañada y Halloween conviven en nuestro territorio debido a la presencia en el cine de este nuevo venido, y sobre todo, a la presión comercial que se ha producido por tener un aire festivo tipo carnaval, pero con un toque espeluznante.