En 1213, Fernando Sanches donó la villa y sus dominios a la Orden del Temple, siendo su Maestre en Portugal Pedro Alvito, con la condición de promover su poblamiento y erigir un castillo para la defensa de la ciudad y de las cercanas fronteras sur y este. De ese modo, la Orden se convirtió en titular de todo el señorío de la “Herdade de Cardosa”. Entre esa fecha y 1230 fue edificada la primera muralla, que pasó a integrar, junto con los castillos templarios de Almourol, Monsanto, Pombal, Tomar y Zêzere, la llamada “Línea del Tajo”. Este primitivo cerco contaba con cuatro puertas: Pelame, Santiago, Traição y Oiro.
Esta fortificación templaria fue luego muy alterada a lo largo de los siglos. Los primeros cambios conocidos se produjeron a finales del siglo XIII, durante el reinado del D. Dinis, que visitó junto con su esposa Dona Isabel la ciudad en 1285 comprobando como los muros tenían estrangulado el desarrollo de la ciudad por el crecimiento de la población. Por ello ordenó la construcción de una segunda línea de murallas alargando el perímetro. Esta segunda línea de murallas tenía siete puertas. Es de esa época también la construcción de una nueva torre del homenaje en el extremo Noroeste del perímetro, hoy desaparecida.
Castelo Branco, 1730
Aula da Fortificação de Lisboa
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La principal transformación de la fortificación se produce en el siglo XV, cuando la Orden de Cristo (heredera del Temple en Portugal) construyó aquí el “Paço de los Comendadores” sobre una estructura anterior. La ruina del Castelo de Castelo Branco se inició en el siglo XIX, tras la destrucción ocasionada por las tropas francesas. En la década de 1930 se llevó a cabo una campaña de restauración y consolidación, así como la recreación de las ventanas neo-manuelinas que miran a la ciudad.
La muralla interior del Castillo presentaba planta pentagonal irregular, reforzado por cinco torres, dos de ellas al este cubriendo la Ciudad Vieja y tres mirando al exterior. De ese conjunto subsiste un tramo de la muralla al este, con adarve, uniendo una de las torres de defensa de la alcazaba y la torre del antiguo Palacio de los Comendadores, en la que se encuentran las ventanas neo-manuelinas. En la plaza de armas del castillo se alza la Iglesia de Santa María do Castelo, en cuyo atrio se reunía la asamblea de los hombres buenos y las autoridades monástico-militares de la ciudad hasta el siglo XIV. Bajo la iglesia, se abre una cisterna. La Cerca Urbana, se desarrollaba a partir de los ángulos norte y sur del castillo. Se conservan varios tramos de murallas restauradas, que comprenden al sureste dos cubos. La actual Torre del Reloj, al este, también formaba parte de las murallas; en ella se inscribía una de las puertas de la muralla exterior.
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