Todas las tardes, como un necesario ritual, saco a mis dos perrunas labradoras por un monte cercano, desde el que se divisan las montañas de la Sierra de la Demanda, al este de la provincia de Burgos, limítrofes con Soria ; sus cumbres canosas son siempre el primer aviso del invierno castellano ; en estos días de otoñal invierno, el monte está silencioso, incluso fantasmal, ya que todas las aves han emigrado, y la vista de las montañas del este, me hace preguntarme como es posible en con esa altura, sea posible el cultivo de la viña, y con bastante éxito, en pueblos como Coruña del Conde, o el pueblo del que extrae sus uvas para este vino Alfredo Maestro, Arauzo de Salce.
Se me hace difícil hablar de Alfredo, ya que le conocía virtualmente desde que empece en Facebook , pero hasta este verano, no pude por fin conocerle en persona, durante el maratón benéfico que se celebraba en Adrada Ecológica, de cuyo éxito dimos cuenta aquí; un tipo extraordinario, que destila pasión por el vino, simpatía, y algo que a veces puede resultar increíble, como es acercar a los profanos, el día a día de un viticultor, y a la par, elaborador de vino, en varias localizaciones castellanas y en Madrid. Seguir su perfil de facebook es obligado para cualquier aficionado al vino, y escuchar a Jesús y Alfredo hablar de vinos aquella mañana de domingo , me hizo sentir muy afortunado de sentir esta pasión por las lágrimas de Baco.
Estoy seguro que podremos pronto volver a vernos, y cumplir mi promesa de acudir a Peñafiel y catar (disfrutar) de los vinos del señor Maestro, que así sea, aunque no descarto engañarle y traerle a Burgos en alguna de las catas de ASBU.
Aquí con Jesús Lázaro y Alfredo Maestro
El Castrillo de Duero 2009 es un vino elaborado con tempranillo, procedente de viñedos de más de 70 años, en el municipio de Arauzo de Salce, en el este de la provincia de Burgos, de un viñedo ecológico, a más de 960 m de altura , en la Sierra de la Demanda, y con una crianza de 12 meses en barrica; presenta un color rojo cereza, con un ribete grana y una lágrima fina y persistente; en nariz tiene una intensidad media, con fruta roja madura muy marcada, algo de moras y balsámicos, estando la madera en segundo lugar, agradable y apetecible; en boca el vino tiene una muy buena entrada, amplio y algo glicérico quizás, tanino muy pulido, buen trabajo de la madera, no tapando la fruta, equilibrado y elegante, con un excelente paso en boca, con un cuerpo medio, ya que según me cuenta Alfredo, no buscan una gran extracción, sino una extracción natural sin aporte de extractores encimáticos, lo que aporta una personalidad y un cuidado especial a esta uva, dando vinos muy personales y genuinos . A los tres días siguientes de abrirlo sigue estando en lo alto, longitud y carácter, muy recomendable, gran lectura la que hace Alfredo de esta tempranillo burgalesa tan desconocida.