
17 de octubre,
(La cuestión palpitante). Uno de los efectos más positivos de la Transición, y tal vez el que mayor agradecimiento suscita, es el de haber dejado reducida la extrema derecha en nuestro país, también llamado España, a una dimensión poco menos que simbólica, salvo por la impregnación de sus fanatismos en ciertas conductas políticas muy concretas o en los tics autoritarios de determinados personajes —algunos de ellos verdaderos talibanes con micrófono—, pero en ambos casos, y por fortuna, democráticamente controlables y reductibles por el funcionamiento de la ley. Algunos ramalazos de esa barbarie, en su mayoría disfrazada bajo el "hooliganismo" futbolero, se dejan ver aquí o allá. Pero en dosis muy inferiores a las que se advierten en países de nuestro entorno, aunque la publicidad y reiteración que alcanzan a veces nos lleven a percibir erróneamente su importancia.
No ha ocurrido lo mismo, en cambio, con la educación del espíritu nacional, que de asignatura nacionalcatólica impartida de forma obligatoria en toda la piel de toro ha devenido, por mor de las transferencias educativas, en cultivo minucioso y exagerado de las idiosincrasias y folclorismos de todo tipo, a menudo cristalizado en una exacerbada valoración de lo propio. En los casos en que esa libertad de cátedra ha operado sobre identidades fuertes, con sus conocidos bucles melancólicos, ha terminado resucitando viejos fantasmas del peor romanticismo, sometidos a esa simpleza que consiste en afirmar que por haber nacido en un lugar en vez de en otro somos lo que somos y lo que nos creemos, y más que nadie.
Nada es tan simple, claro, pero asombra comprobar que simplismos de facto tan evidentes no sólo conquistan cabezas —tal vez con la coartada del corazón y bajo la doble mentira del odio pacifista— y nublan inteligencias que, a veces con símbolos de pasadas revoluciones en la mano, prestan su entusiasmo para avanzar por la senda de la más rancia épica en franca camaradería hacia el desastre. Algunos no son capaces de verlo, y su ceguera sirve de apoyo pasivo y papanatas a los planes y estratagemas de quienes, poseídos por el fanatismo del rebaño propio, van en manada hacia el alto despeñadero de la patria, y quieren conquistarlo y arrebatarse sin cesar en su fervor mezquino, cueste lo que cueste.
Y sí, no cabe descartar que en esa deriva, la derecha extrema casi inexistente acabe volviendo por sus fueros (propios) y todo se traduzca nuevamente en una variante de guerra carlista, aunque en formato laico, posmoderno y digital. No sé si estamos aún a tiempo de evitarlo. Ojalá se encuentre la fórmula capaz de reducir esa grieta cada día más amplia. Y que la vía de solución, sin duda dialogada pero sin romper la mesa, nos permita dedicar la energía necesaria para corregir el verdadero mal, que es en realidad el grave problema que tenemos pendiente en todas partes: la impunidad de la corrupción y la obscena perpetuación del mal gobierno.
15 de octubre,


13 de octubre,


12 de octubre,
(Lecturas en voz alta,


El análisis, como digo, contiene datos interesantes y es digno de lectura. Lástima que, más allá de la especializada disciplina de la comunicación de la que parte, no tenga en cuenta que el proceso comunicativo incluye también otros ingredientes y preste tan escasa vigilancia a los aspectos discursivos y semánticos de la información. Quiero decir que debería cuidar un poco más la redacción, la sintaxis, la claridad del mensaje. Incluidas cuestiones tan básicos como la correcta grafía de los nombres, empezando por ese "Puigdemon", que a estas alturas ya hasta los correctores automáticos de las principales redes tienen bajo control. Sin necesidad de ser quisquilloso, la correcta ortografía debe formar parte del decoro exigible en la emisión de cualquier mensaje escrito. Es, en cierto modo, el «lenguaje no verbal» de la escritura.
11 de octubre,


10 de octubre,
Si no hay "seny"
para que vuelva a haber "seny".
10 de octubre,
(Novelas de unas pocas líneas, 42) Sin fronteras La carcajada entró por Port Bou y, tras resonar en todas las montañas sagradas, acabó en un escape de gas por la partes bajas del desfiladero. «Prosiga el Mosén», dijo el senador.

Óleo de A. de Vargas: El niño tambor del Bruch, s. XIX.
Diez días que «cataluñizaron»al mundo y una hora
que arrugó a Puigdemont.
9 de octubre,
Leo algunas reacciones sobre el discurso de Borrell en la manifestación de ayer y me asombra la forma en que mentes otrora sensatas se dedican a meter palos en las ruedas de la poca cordura que va quedando. Supongo que de forma inconsciente, porque las intenciones hay que ponerlas a salvo. Pero tampoco hay que echar en saco roto la figura del «tonto (ingenuo) útil». Gentes que hasta hace poco defendían una actitud de apertura mental, criticaban la irracionalidad insolidaria del nacionalismo y ponían como eje central de sus opiniones políticas un mundo con cada vez menos fronteras, militan ahora en una actitud radicalmente contraria. Y son capaces de hacerse trampas en el solitario para intentar justificar su viraje hacia posiciones racionalmente incompatibles con las que hasta ahora defendían. Aduciendo, en ocasiones, motivos sentimentales, muchos de ellos escudados en la «brutal represión» del día 1, aunque en privado reconozcan que de brutal tuvo poco. Y que las barbaridades que estaban esperando, aunque las hubo, fueron contadas. O no llegaron a producirse. Pero son ahora la roca firme en que se apoya su cambio de criterio. Aunque puede que todo sea un gigantesco equívoco, y a la inconsciencia (o tontuna) haya que unir la hipocresía. O, incluso peor, el cinismo. Habrá que documentar estas posturas para saber dónde estaba cada uno y qué hizo cuando aún parecía posible evitar el desastre.
8 de octubre,
8 de octubre,
Gente que sale a la calle,
en su inmensa mayoría,
para poder volver a casa.
7 de octubre,
Seny, cordura. No hay otro camino. Me identifico con lo que cuenta Muñoz Molina en este artículo, que tan bien describe mi propia desazón, y tomo especial nota de este párrafo: «Lo urgente es establecer, improvisar, un espacio de concordia, por precario que sea, empezando por el logro mínimo de esforzarse uno mismo en no decir nada o hacer nada que pueda agravar el encono».
6 de octubre,
(Lecturas en voz alta, 
4 de octubre,
Última hora. La Generalitat puede estar pidiendo la mediación del Vaticano. Tiene su lógica en un procés ideado por un mosén.
3 de octubre,
Otra vez vuelve l'estaca.
Los vampiros huelen sangre.
3 de octubre,
Las lágrimas de Piqué. Qué gran ocasión perdida para contribuir a la convivencia. No sé si, a estas alturas, es posible observar sin prejuicios la reacción del jugador del Barça y de la selección nacional española. Me gustaría intentarlo. Sin dejar de relacionarla con la fácil deriva hacia el patetismo potenciada por muchas imágenes bochornosas, deleznables, de lo que estamos viviendo, yo me creo y comparto la tristeza de Piqué ante la cruda violencia del 1-O, empatizo con su defensa del pueblo catalán como colectividad pacífica y sensata, y hasta me puedo llegar a emocionar ante las lágrimas que acuden a sus ojos azules de "noi" bien alimentado, de chicarrón del Este. Pero qué poco le hubiera costado añadir algún explícito reconocimiento, poco más quizás que un gesto educado, hacia esa otra parte, también innegable, de su condición de deportista triunfante a la que le debe un haz no menor de su proyección internacional y, por ende, un tampoco despreciable porcentaje de su pecunio: España. No se hubiera arreglado nada con ello. Pero tendríamos, aunque pequeño, un indicio de esperanza. Lástima de ocasión perdida. Cada vez quedan menos.
2 de octubre,
(NMA, 10
2 de octubre,
Entre senyeras, rojigualdas, táperes y urnas, de momento quien de verdad "gana"
2 de octubre, Suscribo este análisis lúcido, mesurado y muy completo desde el punto de vista, digamos, humano, de Jabois. Lástima que opiniones así no estén en el centro de este maremágnum. 1 de octubre, Última hora en Catatonia. Por fin la cuestión llega a niveles serios: el partido Barça-Las Palmas en peligro.

