Revista Política
El secreto de Polichinela viene voceado en las páginas de El Periódico y El País (edición Barcelona) desde hace unos días: Cada día que pasa es más evidente que Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), el partido de Jordi Pujol, la viga y el eje del nacionalismo burgués catalán, lleva años financiándose mediante comisiones pagadas no ya sobre la obra pública ejecutada en Catalunya sino directamente a través de la corrupción institucionalizada, Fèlix Millet y otros intermediarios mediante.
Como consecuencia del affaire del saqueo de los fondos del Palau de la Música Catalana, algunos tenores con papel destacado en esta tragicomedia vienen cantando ante el juez instructor con una potencia que empieza a hacer tambalear el sólido árbol cuatribarrado que constituye el escudo de CDC, el partido por antonomasia -nunca me cansaré de repetirlo- del nacionalismo catalán. Ríanse ustedes de Gürtel, una panda de aficionados los del Partido Popular a la hora de ordeñar instituciones públicas en las que tienen mando en plaza: lo de CDC es simplemente mundial, aunque sólo sea por las magnitudes de dineros apropiados y por la impunidad de que ha venido gozando hasta ahora, cometiendo algo que todo el mundo que tuviera algún conocimiento del discurrir de la política catalana sabía que ocurría. Ahora las pruebas las tiene un juez.
¿Recuerdan al presidente Pasqual Maragall, encarándose con Artur Mas en el Parlament de Catalunya hace unos años y espetándole: "ustedes tienen un problema, y se llama 3% de comisiones"?· Pues Maragall se quedó corto. Al parecer el estándar por obra era del 4%, y no eran raras las "operaciones" con un 20% de contribución a la causa de la financiación del partido patriótico catalán por excelencia. Claro que por el camino quedaba un reguero de dinero que se colaba por arte de magia en bolsillos como los de Millet y Montull, desde luego, pero también -presuntamente, faltaría más- en los de nombres sonoros de lo más granado de nuestra "sociedad civil". Ya dijo Montull que Catalunya era una cosa que formaban 44 familias y unos pocos centenares de individuos; razón tenía el intermediario, o mejor dicho, el guardia de circulación de la corrupción en las élites nacionalistas catalanas, el hombre que tomaba de cada cual lo que debía aportar y entregaba a cada cual lo que le correspondía. ¡Ni Bakunin llegó a tanta "finezza" redistributiva!.
Pongamos a modo de ejemplo el caso de Ferrovial, que hoy está en boca de todos a este lado del Ebro. Según informaba ayer El Periódico de Catalunya, Fèlix Millet pidió por carta al responsable de finanzas de CDC, Carles Torrent, ya fallecido, que adjudicara obras a Ferrovial. Las obras que se llevó Ferrovial son, entre otras, algunas tan apetitosas como la construcción de la Ciudad de la Justicia (enorme ironía) y de la L-9 del Metro barcelonés. La mordida era el 4%. Las cartas están en poder del juez instructor, Juli Solaz. Ferrovial por su parte reconoce haber entregado 11 millones de euros a Millet, pero dice no tener ni idea de qué pasó luego con ese dinero. El 14 de junio pasado, este mismo diario publicó que "en los dietarios incautados a Gemma Montull (hija del compinche de Millet en el Palau) consta que se esperaba el dinero del patrocinio de Ferrovial (8,5 millones de euros en 10 años) para hacer los pagos a la Trias Fargas (la fundación que canaliza las "donaciones" a CDC). Otros documentos corroboran esos traspasos y la inmediatez en que se realizaba el trasvase. Como mucho en el mismo mes". El mismo día El Periódico afirmaba en otro titular:"Millet solo pagaba a la fundación de CDC cuando cobraba de Ferrovial". Y es que hace tiempo que era sabida la afición que tenía Fèlix Millet de hacer espléndidos donativos de los fondos del Palau de la Música a la fundación convergente; claro que proviniendo el dinero de Ferrovial, no había mucho mérito en tamaña generosidad.
Cómo era posible tamaño desmadre financiero en el consorcio público que teóricamente supervisaba la gestión de Millet y compañía en el Palau de la Música, lo aclara de inmediato el diario en una entradilla de esa misma fecha: "El Govern de Ciu eliminó el interventor público del consorcio y Montull (el gerente y compinche de Millet) asumió más poderes". ¡Así se las ponían a Fernando VII, amigos!.
En fin, pronto vamos a empezar a oír hablar de nombres y apellidos muy pero que muy sonoros. Les aseguro que el apellido Pujol Ferrusola va a salir en titulares, y por partida doble. Al tiempo.
¡Ah! y retengan para el futuro esta clave: "CDC, sector Negocios". Y este nombre: Macià Alavedra. Al final todo va a lo mismo, y a los mismos: 44 familias, ya saben. Todas patriotas, y todas cristianas.
En la fotografía que ilustra el post, un grupo de Mossos d'Esquadra (policía autonómica catalana) entrando al Palau de la Música para efectuar un registro.