Revista Cultura y Ocio
Cazador de farsantesCristian PerfumoASIN: B00TFM5N7YFormato: Digital– 232 Págs Editorial: Autopublicado
“Si estás viendo esto, es porque estoy muerto”, dice a la cámara el periodista Javier Gondar pocas horas antes de que le peguen un balazo en la cabeza. En el video, Gondar señala como culpable de su asesinato al Cacique de San Julián, uno de los brujos más famosos de la Patagonia.Tras una experiencia difícil, Ricardo Varela se inicia en un extraño hobby: filmar con cámara oculta a chamanes y curanderos de Comodoro Rivadavia y exponer sus trucos en Internet. No sabe si existen brujos que verdaderamente tienen poderes, ni le interesa demasiado. De lo que sí está seguro es que su ciudad está llena de farsantes sin escrúpulos dispuestos a prometer salud, dinero y amor a cualquiera que quiera creer. Y pagar.Para Ricardo, enfrentarse al Cacique es la única forma de cerrar una herida que lleva dos años abierta. Sabe que tendrá que poner en riesgo su vida, y no le importa. Lo que no se imagina es que ese brujo no es más que el primer eslabón de una macabra trama que lleva años cobrándose vidas en nombre de la fe.
Cuando hace casi 4 años abrí el blog (¿Ya? ¿4 años?), una de las primeras novelas que leí cedidas por un autor fue la de Cristian Perfumo, que por aquel entonces acababa de publicar El secreto sumergido. Después de eso, el año pasado volví a acogerlo en mi espacio con Donde enterré a Fabiana Orquera. Después de esas dos experiencias, creo tener una idea clara del tipo de novelas que escribe, y por ello siempre le hago un sitio entre mis lecturas
Hoy vuelve con otra novela rápida, repitiendo esa temática que roza el thriller y que empieza a dominar de forma muy interesante. Aunque en el inicio pueda parecerse sospechosamente a su anterior novela (una muerte no aclarada, una persona no iniciada en investigaciones que se ve metida de lleno en el lio) nos lleva por otros derroteros. En este caso Ricardo es un profesor universitario muy normal, pero que en el fondo esconde su principal actividad que no es otra que perseguir con cámaras ocultas a todo aquel timador que se aproveche de a la fe y las supersticiones de los demás para sacar tajada.
A mí no me parece una mala idea. Solo tenéis que poner la televisión un día pasadas las 3 de la mañana y veréis que casi todos los canales están emitiendo una línea de tarot… casi hasta echo de menos la clásica teletienda. Lo triste es que la gente llama y se deja un pastón en la factura del teléfono. Y eso es solo lo que está a la vista, porque por detrás tenemos predicadores, sanadores milagrosos, curanderos y demás que no dudo que existen ampliamente por muchos lugares de Sudamérica.
Por tanto, parte de un tema interesante. Y también sus personajes lo son. A pesar de que realmente el único que conocemos en profundidad (porque le seguimos por toda la novela) es Ricardo, los secundarios están bastante bien definidos. Esto no deja de ser curioso teniendo en cuenta que tampoco nos aporta demasiados datos, solo lo justo para crearlos sin describir anécdotas innecesarias que harían pesada la novela.
Porque ya os podéis imaginar que el ritmo es rápido. Muy rápido, diría yo. No solo tiene una narración sin aspavientos y que va al grano, con abundancia de diálogos; sino que se estructura en muchos capítulos muy cortos que hacen que quieras seguir leyendo “solo un poco más”. Conclusión: lo más seguro es que el mismo día que la empiezas, la termines.
Pero a mí lo que más me enamora de sus novelas es siempre la ambientación. Hace años que pienso en visitar Argentina, y hace tiempo que he cambiado mi idea de la capital por el sur. La Patagonia es un lugar recurrente en las novelas de este autor, y se nota su conocimiento de la zona. A mí, personalmente, casi me hace viajar hasta allí y cada vez aumentan más mis ganas de conocer la zona in situ. Dicen que el otoño (mi primavera) es la mejor época del año para ello…
Pero entre una cosa y otra, según vas viajando e indagando mas en la trama de la novela llegas al rápidamente al final. Un final que para mi gusto es correcto, cerrado y rematado, aunque sin mucho lugar para la sorpresa porque los datos los tenemos ya desde tiempo atrás. Lo interesante es ver (leer) como se soluciona todo y Ricardo sale (o no) del lio en el que se ha metido.
Un aspecto a tener en cuenta referente a la narración (y que cada vez que tengo que aclararlo me duele en el alma, porque no debería ser así) es que es un castellano/español bastante neutro. Cristian Perfumo, a pesar de estar afincado en Australia, es de origen argentino y podríamos llegar a pensar que eso se transmitiría en la escritura. Dado que la novela está ambientada en la Patagonia, solamente en los diálogos se notan los localismos, dándole un punto de autenticidad pero sin ponérnoslo difícil a aquellos lectores que no estamos habituados a esas expresiones y formas verbales tan suyas.
Tampoco quiero daros la impresión de que la novela no tiene ningún pero, porque no sería cierto. Como casi cualquier obra autopublicada (y las de las editoriales también, no os vayáis a creer) se le escapa alguna errata y tiene algún que otro fleco colgando. El que más me ha llamado la atención ha sido el tema del gato. Ricardo cierra la puerta y… ¿Qué demonios pasa con el gato ahora? Los que la leías, pensad en ello después.
Pero ante todo, lo que cumple Cazador de farsantes es la premisa del entretenimiento. Sin duda es una novela muy amena, con temas interesantes y que te hará pasar un buen rato si te gustan este tipo de historias.
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