Desde que nació nuestra benjamina, hace poco más de un año, estábamos preparados para el fantasma de los celos. Lo trabajamos para evitarlo, ya desde el momento del nacimiento, y tratamos de estar atentos a las primeras señales, como si fuera algo inevitable en nuestras vidas.
Pero lo cierto es que, salvo en ocasiones contadas, el mayor apenas se ha sentido celoso. Sí, en momentos puntuales, como cuando celebramos el primer cumpleaños de la pequeña por todo lo alto durante tres días seguidos. Ahí sí que el mayor se nos hartó y lo vimos triste por tanta atención dirigida a su hermana. Pero poco más que eso, al menos de momento.
Lo que no esperábamos -y además ni contemplábamos ni sabía que podía existir-, era que la pequeña tuviera celos del mayor. Estamos atónitos. No lo demuestra todo el día, pero sí en algunos momentos, y lo hace a grito pelado, que es como ella se comunica ahora (y doy fe de que tiene buenos pulmones) Si la niña, de armas tomar, ve que la dejo para abrazar a su hermano, le grita y trata de apartarlo activamente. Lo mismo le hace a su padre y a su abuela. No le gusta que abracemos a los dos hermanos a la vez, por ejemplo, y procura apartarlo a empujones y gritos para ser ella la dueña de todas las atenciones.
Me sorprende cómo, con un añito, sabe ya cómo quejarse a nosotros cuando su hermano le ha quitado un muñeco que tiene ella o cuando simplemente el mayor no le permite que ella entre como elefante en cacharrería en su juego. Ese mismo grito es el que emplea para expresar sus celos. Tratamos de mostrarle que los dos hermanos son iguales, que hay tiempo para cada uno a solas y que a su hermano también lo podemos llevar aúpas o abrazarle constantemente, y no sólo a ella.
He tratado de buscar información por ahí sobre estos celos a la inversa, pero apenas he encontrado nada. En todos los casos, son celos del hermano mayor al pequeño, y pocas veces al revés. En esos casos, hablan de niños más mayores y de celos que llegan por éxitos académicos, por logros o por comparaciones entre ellos. Pero esto no me vale.
Estoy segura de que a alguien más le ha pasado. Quizá sea una etapa o vaya impreso en su carácter. ¿Cómo se gestiona con una niña tan pequeña?
El mayor, que es un pedazo de pan, se queja pero por lo bajín y está acostumbrado a que ella, como él le dice, sea “un poco borde”. Porque sabe que después llegan ratos de complicidad y de risas juntos (benditos ratos). Parece mentira que ya puedan jugar juntos y se entretengan tanto. ¿Alguna vez no ha unido a dos hermanos el jugar a pillar?