Revista Cocina

CERILLAS DE MORCILLA CRUJIENTES (Fuego)

Por Rodrigo Rodrigo Martin Antoranz

CERILLAS DE MORCILLA CRUJIENTES

INGREDIENTES
1 morcilla (de calidad)
Cacahuetes con miel
1 huevo
Sal y pimienta
Aceite para freír
Brochetas
Para la mostaza dulce3 cdas de mayonesa
1 cda de mostaza de Dijon
1-2 cdas de miel

Tiempo: 15 minutos
Película comparada: "Carros de fuego" (tras la receta)


Aperitivo de lujo a la vista. Cuando mi amigo el chef Goyo me descubrió este socorrido y sorprendente entrante, sabía que tenía que adaptarlo. Es de esas recetas fáciles que te permiten jugar con una infinidad de ingredientes y experimentar con el relleno, la salsa de acompañamiento, el rebozado... En este caso decidí darle un toque dulce usando cacahuetes con miel y "fabricar" mi mostaza. Luego ya mi mente alocada visualizó unas cerillas, unas llamas y he aquí el resultado. Silencio... se cocina.
Maquillando la morcilla
Le quitamos la tripa a la morcilla y la desmenuzamos con los dedos en un bol. 
Separamos la clara de la yema del huevo y pasamos la yema al bol. Salpimentamos al gusto. Mezclamos muy bien con ayuda de un tenedor, para que se reparta bien el huevo. Nos tiene que quedar como una pasta, que luego sea moldeable con las manos. Así que paciencia y mucho mimo...
NOTA: En este punto podemos añadir trocitos de manzana, piña, una cebolla pochadita y troceada... Como yo opté por rebozar las bolitas con cacahuete de miel, ya me parecía lo bastante dulce. Pero si lo hacéis con almendra o anacardos (por ejemplo) le podéis meter ese toque dulzón que le va de maravilla.
CERILLAS DE MORCILLA CRUJIENTES (Fuego)
CERILLAS DE MORCILLA CRUJIENTES (Fuego)

Vamos formando bolitas con las manos (que podremos untarnos ligeramente de harina o aceite para que nos sea más fácil el modelado)
Las pasamos por la clara de huevo y luego por el cacahuete picado. 
NOTA: Conviene que el fruto seco que utilicemos esté en trozos grandecitos, para que lo note la vista y, por supuesto, el paladar. Ese crujiente es una delicia.
La Mostaza a la miel.
Una forma socorrida de fabricar nuestra propia salsa (y eso que la de Maille está buenísima) es preparar una mayonesa casera. Para ello ponemos en el vaso batidor un huevo (a temperatura ambiente), una pizca de sal, un chorrito de limón o vinagre y batimos. Le vamos añadiendo aceite poco a poco hasta tener la textura deseada.
Con la mayonesa lista, sólo hay que añadirle la mostaza de Dijon y la miel. Mezclamos bien.
Últimos pasos
Vamos friendo las bolitas en una sartén con aceite caliente (lo bastante como para cubrirlas) durante unos 4-5 minutos. Hasta que veamos que quedan doradas. Sacamos a un papel absorbente.
Vamos pinchando cada una en la brocheta y las disponemos en el plato con gracia, que es lo suyo. Pintamos unos brochazos de mostaza a la miel sobre la "cabeza" de la cerilla a modo de llamarada y terminamos decorando con una hojita verde (cilantro, hierbabuena, perejil...)
Todo listo. Las cerillas encendidas. El aperitivo en la mesa. ¡Que aproveche, hitchcookianos!


CERILLAS DE MORCILLA CRUJIENTES (Fuego)


Película ideal para degustar este aperitivo
CHARIOTS OF FIRE("Carros de fuego" de Hugh Hudson - 1981)

CERILLAS DE MORCILLA CRUJIENTES (Fuego)


En esta ocasión he tirado de varios recursos para la comparación. El elemento del fuego del título, la simbología de la antorcha olímpica y mi afán de superar un reto son los pilares chiflados en los que me he apoyado. "Carros de fuego" es una obra notoria que respira bajo su coraza deportiva, una lucha humana e individual por alcanzar metas casi imposibles. Como yo con este aperitivo...

La dura y sacrificada vida de un atleta se nos presenta en esta película (galardonada en el año 81 con el Óscar a la Mejor Película entre otros) de forma convincente y meticulosa. La música de Vangelis (también premiada), la fotografía, el guión y las grandes actuaciones hacen crecer este retrato de autoconfianza, de romper barreras sociales, de crecer y demostrar al mundo que todo es posible con esfuerzo y ambición. Un mensaje de lo más positivo. Cosa que no viene mal en estos tiempos... 


Hudson (director de "Greystoke: la leyenda de Tarzán" o "Revolución) se deja llevar por los detalles preciosistas de esta odisea y se deleita en los silencios, los momentos previos a la carrera, la tensión en el vestuario, el incierto destino que les depara... y de esa forma nos consigue meter en todo el meollo de los dos corredores protagonistas. El primero: que entrena para llegar a las Olimpiadas de 1924 y cumplir su gran sueño, no sin antes sortear las miles de dificultades que le supone ser judío. El segundo: un cristiano obsesivo que corre por y gracia de Dios. Su competencia deportiva es sólo el motor que hace girar sus verdaderas intenciones, sus verdaderas metas, sus verdaderas victorias vitales...


Nuestra receta es otro ejemplo de superar ciertas barreras o retos que nos pone la vida, para demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de crear con cierta soltura, algo que nos haga sentir orgullosos. En mi caso tenía que lograr ese aperitivo, tantas veces catado, y tan pocas veces cocinado. Mi "Carro de fuego" era llegar a la línea de meta de ese entrante... 


Pero más allá de mi egocentrismo culinario, se alzan esas antorchas olímpicas o cerillas en llamas de mostaza, que simbolizan (de alguna manera) esas Olimpiadas de los primeros años 20. Para los corredores de "Carros de fuego" era el clímax de una búsqueda interior. El colofón al trabajo duro para derrocar  los problemas sociales, las trabas clasistas, las creencias religiosas y el racismo imperante de la época. 


Las brochetas de morcilla corren  por la playa del plato mientras resuena en el ambiente la sinfonía épica de Vangelis. Sus cabezas (acorazadas por el crujiente de cacahuete, pero tiernas y frágiles por dentro) arden pero sus pies llevan alas. Pues la auténtica guerra se libra en la mente. El deporte es físico, desde luego, pero nada de eso vale si tu capacidad psicológica y mental no está en paz consigo misma. Y ellos logran que exprimir la vida alentados por una misma pasión. La suya es correr... La nuestra es cocinar. Y cocinaremos hasta no aguantar más.



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