Chagall no era surrealista, soñaba despierto. Plasmaba sus delirios y fantasías sobre el lienzo. El surrealismo fue un movimiento muy fuerte, uno de los ismos más importantes, pero a veces, tal vez por aproximación, se confunde surrealismo con fabulación. Chagall es fantasía parisina, es infantilismo, es inocencia, es Miró figurativo, es Buñuel, es Vila-Matas.
Marc Chagall: Por encima de la ciudad
Los ismos ya no tienen sentido, se acabó la postmodernidad, llegó el after all, el después de todo, la retroalimentación. Las etiquetas de la Historia del Arte están caducadas, la historia ya no se escribe, se guarda en servidores, hay teorías para todo, hay hasta manifiestos, pero no hay compartimentos estancos, sólo espacios diáfanos que plagan los museos de arte contemporáneo de espectadores que repiten una y otra vez: "yo esto no lo entiendo". Vivimos en una especie de cajón de sastre social que nadie sabe ordenar. Pero si hubiera que etiquetar el momento actual del arte, y alguien me preguntase, lo tildaría, también por aproximación, de surrealista, o, al menos, de inverosímil:
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