Qué mejor que salir de la fiaca veraniega compartiendo con ustedes, queridos lectores, la primera parte de una charla que tuve con el maestro Rodolfo García a fines del año pasado. Gran músico argentino, baterista y cantor, García es parte importante de la historia toda del rock vernáculo: coequiper de Spinetta en Almendra –además, compañero del Flaco en otros discos, entre ellos Artaud–, parte importante de los magníficos y trasnacionales Aquelarre, base de Tantor junto a Machi Rufino, líder de La Barraca a comienzos de los '90... Todos estos proyectos y otras tantas participaciones le alcanzan a cualquiera para ser un nombre destacado del rock argentino. Pero Rodolfo no se queda atrás y en la actualidad, su actividad en la música se da desde una faceta no tan conocida por el público (aunque García la lleve a cabo hace muchísimos años): la producción de espectáculos.
En esta primera parte, entonces, discurrimos sobre su rol de productor en el renacimiento de La Perla del Once, lugar fundacional del rock nacional; y en el ECuNHi, el espacio cultural que conducen las Madres de Plaza de Mayo, situado donde antes estuviera la nefasta ESMA. Disfruten de la candidez de Rodolfo, que bancó nuestra presencia dos veces –una en cada uno de estos espacios–, para charlar largo y tendido.
Se va la primera.
PRODUCIR: DE LA PERLA AL ECUNHI
¿Cómo se dio tu arribo a La Perla como productor?
Simple: yo conocía a la persona que estaba haciendo el trabajo de prensa en la empresa que es dueña de este local, entre otros. Los dueños me habían contado que tenían la idea de transformar el lugar en un local de música en vivo –básica y esencialmente de rock– y me propusieron a mí, si me interesaba, hacer la producción. Por supuesto que me pareció un buen desafío, me interesó la idea y así arrancamos.
Que la programación fuera toda de músicos de la primera época del rock nacional, ¿surgió de tu parte, o fue idea de ellos?
La programación no está circunscrita a eso, la idea es que sea lo más amplia posible. Lo que pasa es que a mí me pareció que de entrada, de movida, era muy importante que la gente que tenía este mismo lugar como punto de encuentro en los ’60, fuese la que primero esté programada. Por eso, el primer artista que actuó fue Javier Martínez y después tocaron Alejandro Medina, Pajarito Zaguri y el propio Litto Nebbia, gente que en aquel momento era habitué.
Yo conocí La Perla, alguna vez había venido a tomar café, pero no era un lugar al que viniera habitualmente. No era mi lugar…
Los Almendra no venían tanto, ¿no?
Claro, no. Es que cada grupo se movía por su barrio. Este lugar se caracterizaba por estar abierto las 24 horas del día (todavía quedan algunos lugares así). Acá venía la bohemia, que en aquel momento era más fuerte que ahora: escritores, poetas, algún cineasta, periodistas, qué sé yo... Por un lado eso y por otro los pasajeros del ferrocarril, porque está la estación Once enfrente y por ahí hacían tiempo hasta que volviera a salir el tren a la madrugada; y los estudiantes, tipos que prefieren ir a un bar, tomarse un café y preparar una materia así, no encerrados en su casa. Así que era una mezcla de todo eso, que era algo que ocurría en ese tipo de bares.
Si bien me decís que la programación no está circunscrita a aquellos artistas de la primera época, la gran mayoría de los shows son de músicos de los ’70.
Lo que ocurrió es que la gente interpretó eso. Mi primera idea de convocar a estos músicos era justamente por la ligazón con el lugar, y la gente interpretó eso dándole una vuelta de tuerca más: tiene un atractivo extra estar presente en un espectáculo de los tipos que están en las fotos de las paredes. Pero he programado también a artistas de otras generaciones, acá tocaron Leo García, Gonzalo Aloras, Pablo Dacal, artistas así...
También hubo un ciclo de bandas nuevas.
Sí, fue un concurso que hicimos todos los domingos del año pasado. El público de La Perla, hasta ahora, responde preponderantemente a eso y se corre mucho la bola porque hay un newsletter, a la gente le llega la programación y se la pasan entre ellos (el público más fiel). No llega a ser un público cautivo pero le gusta eso, venir y estar cerca de un artista que admiró toda su vida, traerle el disco para que se lo firme, llevarse de recuerdo en el celular un tema grabado. Cosas que en otro momento no podían hacer.
¿Y al ECuNHi cómo llegaste? Trae aparejado algo fuerte el trabajar en un lugar con esa historia.
Claro que sí... La directora del ECuNHi es Teresa Parodi, y con Teresa nos conocemos como colegas de hace un montón de años. Además yo trabajé durante muchos años haciendo producción para la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y en una de esas etapas ella fue la directora, entonces veníamos de conocernos en el trabajo, además de nuestras cuestiones profesionales. Y bueno, quedé desligado de la Ciudad cuando entró la nueva gestión en el Ministerio de Cultura, y entonces ella me llamó para que me sume al equipo del ECuNHi.
Es un gran placer por mil razones: primero, por volver a trabajar con Teresa; luego por trabajar en un lugar que es de las Madres de Plaza de Mayo, a quienes admiré desde siempre por su tenacidad, su lucha y lo que significaron y significan para este país; y además porque ya había algunos ex compañeros de Cultura de la Ciudad que estaban trabajando ahí, entonces era volver a trabajar entre amigos, en un ambiente en el que podemos hacer cosas piolas. Y en eso estamos.
Leí que te daba miedo salir de noche del ECuNHi, ¿te sigue sucediendo?
Es bastante fuerte, no sé si llamarle miedo. Al ECuNHi entré por primera vez cuando ni pensaba que iba a trabajar ahí, hicieron un acto todo de León [Gieco] –no recuerdo bien si era por el 24 de marzo– y cuando pasé el portón fue muy fuerte. Estuve ahí, vi el concierto... Adentro se te pasa porque ya estás con la cabeza en lo que está pasando, pero es un lugar que tiene una carga muy fuerte por conocer uno todo lo que ha pasado ahí adentro, sustraerte a eso es muy difícil. Es más, todavía cuesta un poco de trabajo convocar gente, hay gente que tiene cierta resistencia. El que ya entró lo supera pero hay otros que te dicen “me da no sé qué”.
Llevará unos años revertir eso, que no sea más la “ex ESMA”.
La idea es transformar eso, que sea lo que es: un lugar de creación, de vida; no de muerte.
Bueno, ahí está la ficha que meten los medios al seguir diciéndole al lugar “la ex ESMA”.
Y no dicen “la ex ESMA”, dicen “la ESMA”. Clarín dice “la ESMA”. Los tipos que brindaban con Videla son los que te dicen qué tenés que hacer, ¡es lo único que falta! [Nota: la primera parte de la entrevista se dio en días de polémica por el asado que hubo en el ECuNHi]
Cada quince días, en el ECuNHi se inaugura una muestra de plástica y hay una mesita disponible con sanguchitos, con vino y con Coca-Cola para que te tomes una copita, como en cualquier galería de arte del planeta ¿Y cuál es, no lo podés hacer? Hebe de Bonafini dio un curso durante años que se llama Cocinando Política, ella era una cocinera, un ama de casa –hasta que le pasó lo que le pasó– y por eso daba este curso de cocina. ¿Qué me vas a decir, que le está faltando el respeto a sus hijos porque cocina? ¿Qué clase de locura es esa? Es una cosa de locos... Y más que la gente se prenda con lo que dicen los medios, porque la gente se prende.
LA LEY DE LA MÚSICA
¿Qué opinás de la Ley de la Música que se sancionó recientemente? Imagino que tu posición es favorable.
Sí, por supuesto. Me parece que es un paso muy importante, recontra positivo. Ahora la pelota está del lado nuestro, del lado de los músicos: depende de nosotros qué hacemos con esa ley, porque hay que instrumentarla y tiene que tomar forma. Por mi parte voy a estar atento a todo lo que se haga, opinando como opinará cualquier otro músico.
Pero ahora ya no podemos echarle más la culpa ni a los políticos ni a nadie, esa ley va a resultar en la medida que nosotros hagamos las cosas como se tienen que hacer; y va a ser inocua si no sabemos utilizarla.
Se tienen que poner la camiseta ustedes.
Totalmente. Sin amiguismos ni nada, tienen que estar las cosas re claras. Como cualquier ley… La ley tiene una letra y tiene un espíritu: hay que respetar el espíritu, que es que la música tenga mayores posibilidades para llegar a diferentes puntos del país, para que se puedan editar más discos, para que pueda haber más actuaciones. Si eso se hace mal, va a servir de poco.
[Texto: Tucho
Fotos: Victoria Schwindt
En unos días, se va la segunda].