Revista Cine

Charles Chaplin. La inmortalidad en movimiento.(1ª parte.)

Publicado el 14 marzo 2013 por Maresssss @cineyear

Estaban un día en mi subconsciente Thomas Edison, Da Vinci, Copérnico…ya sabéis la pandilla de los típicos inventores, y por allí vino a aparecer Charles Chaplin. Éstos, extrañados por tal aparición, comenzaron a emitir juicios e improperios a partes iguales sobre mi persona y a darle patadas a mi absurda imaginación. Traté de poner un poco de orden, pero ellos siguieron un rato diciendo que Chaplin (el cual no sé porqué permanecía callado) pintaba más bien poco entre tal elenco de genios, puesto que él no había inventado nada. Por fin pude convencerles de que realmente Chaplin o Charlot (en alusión a su más célebre personaje), como gusta llamarle a muchos por estos lares, probablemente no había inventado nada pero para mí tenía sentido que estuviera por allí, aunque todavía no sabía muy bien porqué. En aquel momento indefinido de mi mente, comencé a darle vueltas a cada uno de mis recuerdos sobre él a través de su cine. A lo mejor Chaplin había llamado a la puerta porque realmente sí había inventado algo.

¿Por qué Charles Chaplin es inmortal? ¿Qué hace que su personaje arquetípico del vagabundo parezca parte del recuerdo de medio mundo desde casi antes de nacer?

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Caí hasta el fondo de mi memoria y allí, cuando tenía unos seis años más o menos, es donde encontré mi primero recuerdo relacionado con Chaplin. Lo curioso es que en aquel lugar lejano estaba un compañero de primaria disfrazado de Charlot en una pequeña obra de teatro; la gente que acudió a la obra sonreía afablemente, esa clase de sonrisa cálida y suave, que se da cuando reconoces algo, y estás seguro de que te gusta antes de ver lo que va a pasar.

Hablar de Chaplin es como describir una obra de arte: mucha verborrea, mucho cultismo, que si esto que si lo otro…pero no nos engañemos, como pasa con todas las grandes obras, a Chaplin hay simplemente que admirarlo. Muy bien, entonces debería dejar de escribir aquí pensaréis, y probablemente estéis en lo cierto. Ponerme a parlotear sobre lo grande que es el cine de Charles Chaplin es un ejercicio un poco manido e incluso tópico, por muy bueno que me parezca su cine.

Aún así quiero  lanzarme al charco a ver qué pasa, quizás, y con suerte, alguien descubra algo que le haga indagar un poco más en la figura de Chaplin o en sus películas. Fuera prejuicios.

En sus primeros años, Chaplin, que creció a la par que lo hacia el cine, hizo películas como el que hace rosquillas. Decenas y decenas de producciones a lo largo de la década de los diez donde Chaplin fue creciendo como actor, demostrando las dotes artísticas que fue aprendiendo desde los cinco años, cuando debutó en el mundo del espectáculo.  En estos años nació casi de casualidad el personaje al que todos asociamos la figura del cineasta: Charlot o “The Tramp” originalmente. Un vagabundo a través del cual Chaplin expresó infinidad de cuestiones sobre la vida, las relaciones humanas, y los aspectos más profundos de las personas como la soledad o el amor.

No repararé mucho en las cintas más famosas del artista pues creo que hay millones de artículos sobre cada una de ellas donde desmenuzan cada aspecto y detalle. No obstante, tampoco puedo dejar de nombrar obras como ‘Vida de Perro, Charlot emigrante’, Día de paga o ‘El Chico’. Cintas donde Chaplin, que ya gozaba de gran fama, desarrolla el personaje del vagabundo a través de historias que siguen vigentes en nuestros días gracias a lo humano que se desprende de cada una de sus cintas. El Chico’ quizás sea la nota a parte de esta primera época. He aquí el perfecto ejemplo de obra maestra. Chaplin, hace casi cien años, nos da una película a la altura de las grandes obras presentes en cualquier gran museo del mundo, un regalo a la historia que sería el primero de unos cuantos. La historia entre padre e hijo, adoptivos el uno del otro, es un poema mudo que sigue conservando su magia al que la admira, ya sea la primera o la enésima vez. Lejos del cine de hoy, donde los millones de dólares priman en las producciones, Chaplin escribe y dirige algo que el dinero no es capaz de lograr: talento y genio a disposición del arte. Simplemente imprescindible.

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Escena de ‘The Kid”

Nos encontramos en plenos años veinte, década en la que el cine crece a pasos agigantados dentro de las limitaciones técnicas de aquellos primeros años. ¿Limitaciones? Hay quien dice que a menos recursos más imaginación y no le falta razón. Prueba de ello es lo imperecedero de muchas cintas de esta década, desde el expresionismo alemán, Eisestein, Buster Keaton o por su puesto, el propio Chaplin. De estos años son varias de sus más famosas cintas.La Quimera del Oro, siempre en las listas de las mejores películas, oLuces de la ciudad (tres cuartas de lo mismo).

En la época de ‘La Quimera del Oro’ Charles Chaplin ya era reconocido y famoso gracias a sus películas. Hollywood era su reino y su talento no parecía dar muestras de agotamiento. No obstante, la fama siempre tiene un lado oscuro y siniestro. Los mismos que alabaron su ascenso se convirtieron en carroñeros de su vida privada por aquellos años. Se dice que Chaplin, digámoslo así, era enamoradizo. No hay nada malo en ello, pero claro, cuando eres alguien famoso con muchos dólares la cosa cambia, la gente de tu alrededor cambia. Así Chaplin unió irremediablemente su fama a su vida privada por muchos años a lo largo de su vida. En ella aparecen escándalos, problemas políticos, divorcios millonarios…Es curioso (y reconfortante para quien escribe) que al final del artista lo que perdure sea su obra. Tras la mirada de Chaplin en ‘The Gold Rush’ se escondía un sinfín de problemas personales, pero todo eso se lo lleva el viento quedando lo realmente importante cuando hablamos de un artista. Su obra.

Para mí ‘City Lights’ representa el ejemplo perfecto del  “misterio” por el cual  el cine de Chaplin es totalmente atemporal. Una historia sencilla y clara donde se mezcla lo mejor y muchas veces lo peor del ser humano para entregarnos una cinta bella, sensible y emotiva para cualquiera, pese a ser (todavía) cine mudo; el sonoro ya comenzaba a despegar pero Chaplin se negaba a que su personaje hablara (y para qué la verdad). La cinta narra las idas y venidas de un vagabundo para ayudar a una chica ciega y pobre de la que se ha enamorado. Esto es cine señoras y señores. La historia apenas necesita unos pocos minutos  para convertirse en pura emoción. Además, en mi opinión, nos encontramos ante uno de los grandes finales de la historia del cine donde la música (compuesta por el propio Chaplin) unida a una mirada, encierran un desenlace enigmático y bello a partes iguales.

A partir de aquí el cine sonoro comenzó su andadura a pasos agigantados. Es 1931, y lo que había sido una carrera meteórica y muy productiva, pasaría a ser una carrera cinematográfica más escueta, pero sin duda, irrepetible y sobresaliente. ‘Tiempos Modernos‘, ‘El Gran Dictador‘ o ‘Candilejas‘ son títulos que hablan por si solos. Chaplin irá girando hacia un cine más incisivo y social, lo que no le acarreará pocos problemas de diversa índole como veremos próximamente.


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