Revista Cultura y Ocio
Tener dos nacionalidades lleva consigo varias ventajas. Una, manejarte con soltura en dos ámbitos totalmente distintos. Dos, entender distintos conceptos desde la propia visión etnocéntrica que implica una nacionalidad. Tres, fantasear con ser muchas personas a la vez. Checopolaco sacó su documentación en el Festival Territorios Sevilla 2012 y nos mostró que juega tanto con los ritmos más punzantes como con las melodías más peregrinas en el disco homónimo que venía a presentar. De algo le tiene que haber servido a un joven Julián Méndez formar parte inicial de Lori Meyers y después de Los Planetas. Su estilo recoge una buena influencia de la historia independiente del pop nacional al que el granadino imprime la marca de la casa.
Checopolaco abrió su corazón a Sevilla y dejó latidos de canciones sinceras, asequibles y cuidadas al mismo tiempo. Buena parte del público podía no reconocer a ese extraño conocido que era Julián Méndez ahora Checopolaco y su ukelele, la banda que lo acompaña. Casi como un tímido adolescente se introdujo en las cabezas de los allí presentes sin querer salir de la protección de su flequillo y el calor de su guitarra. Rompió el hielo con pistas directas y cargadas de energía contenida como Laura Taylor o Diadema. Para que acto seguido de ir cogiendo confianza en su nuevo personaje nos mostrara a corazón abierto una lenta: A paso de caracol. Hacia la mitad del concierto el público se había rendido ante un sonido auténtico y un artista que procede de la nueva hornada granadina.
No fue un concierto para bailar. Ni hubo un lleno espectacular. Lo suficiente para asistir a un concierto íntimo muy de la estela que viene sembrando Territorios Sevilla y que no pierde la auténtica esencia del festival: asistir al conocimiento de música nueva. El que se quedó dedujo desde el principio la existencia de un estilo definido y compacto que si bien le faltó empuje y contacto con el público, logró lo que se planteaba. No dejó de recordarnos a Los Planetas, dos años antes en el mismo escenario, mucho más que a Lori Meyers.
Transcurrida hora y escasos minutos Checopolaco reservó, con argucia de animal viejo, lo más movido de su corta trayectoria en solitario para la traca final. Las tropas se alinearon para dar rienda suelta a El batallón y conquistar a golpe de catapulta con Verte al norte, alargada en extremo como se merece un festival. Ese ser de dos nacionalidades llegó casi como desconocido para conseguir colar su música en más de una oreja.
Puedes ver más fotografías de la actuación de Checopolaco en nuestro álbum de Flickr.
María José Gata
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