Nuestra firma Teresa Cerón nos habla del bautismo de fuego literario de la cantautora
[Teresa Cerón López] @ecosdelviniloContaba Christina Rosenvinge que cuando el editor Claudio López De Lamadrid la llamó, su mensaje fue tan claro como esperanzador. A Claudio le interesaba trabajar con Rosenvinge, aunar fuerzas para sacar adelante un proyecto precioso que Christina llevaba años gestando y que alguna que otra editorial había rechazado cortésmente con anterioridad. El proyecto que enamoró a López de Lamadrid era ni más ni menos que la reunión, a modo de cancionero, de todos los temas que Christina Rosenvinge había firmado a lo largo de su peculiar andadura musical. Las canciones, aunadas en un solo libro, irían acompañadas por un breve ensayo en el que la autora de Romance de la Plata, diserta sobre el arte y la técnica de hacer canciones.Imagino que el vínculo entre Claudio y Christina fue inmediato, por ello Debut (Literatura Random House) es el libro de ambos, aunque él ya no esté en este mundo de cuerpo presente para darme la razón. Las pequeñas entradillas que pedía a su amiga para acompañar cada una de las canciones con el fin de no presentarlas huérfanas a los lectores, acabaron por convertirse en exquisitos textos en prosa que suponen uno de los grandes atractivos de la obra para el lector. Y es que Claudio tenía tanta fe en Christina, que la impulsó a ser (si cabe), un poquito más valiente. Yo no puedo evitar pensar en lo importante que es el amor mientras paso las páginas de este libro. Tampoco se me va de la cabeza la sensación de euforia que provoca en nosotros que otra persona confíe en nuestro potencial, sea cual sea este. Claudio ya no está entre nosotros, nos abandonó hace unos meses, pero puedo sentirlo hasta en la fotografía de la portada. Veo su espíritu apoyado en el sempiterno piano de Rosenvinge, cubriendo la espalda de su protegida, y diciéndonos sin decir: “Estas son las costuras de Christina, señores, pero respeten su parcela”.Y es que Debut es mucho más que una compilación de canciones, va más allá de ser la descripción de la vida de una estrella de la música en España, no es tampoco un cúmulo de triunfos estéticos. Es la historia de una mujer generosa que ha tenido a bien compartir con su público cachitos de su trabajo, y de un talento que conoce perfectamente el significado de palabras como luz y penumbra.Desde el inicio del libro, con el capítulo Los Años Tranquilos, hasta la conclusión que cierra La Palabra Exacta, Rosenvinge nos muestra su auténtica hoja de ruta. Aunque su viaje dura ya unos cuantos años, la autora recoge momentos puntuales, haciendo un importante ejercicio memorialístico sin grandilocuencia ni vanidad. Caben desde la primera canción que compuso sola tras una discusión con Loriga (que en el libro aparece bajo el nombre de Bicho), la triste historia que inspira Tú Por Mi, el batacazo que supuso para el ego las malas críticas recibidas tras la publicación de “Mi Pequeño Animal”, disco al que tacharon de sucio algunos medios (¿Cómo osa una princesa bohemia a ser tan radical?), sus sensaciones tras la primera escucha de la maqueta de “Cerrado” en 1996, o la influencia de la Biblia y la literatura grecorromana en discos soberbios como “La Joven Dolores”, que la consagró como letrista.
Recorre escenarios importantes que abarcan desde el estudio de grabación en el que trabaja codo a codo con Sonic Youth, sus bolos en el Tonic, la noche que telonea a Elliott Smith coincidiendo con el fin de siglo, su bautismo en el Primavera Sound en 2003 acompañada por su banda americana, y su desastroso concierto junto a Nacho Vegas en la sala Apolo, sin lentillas, sin bello vestido, sin sus notas, y lo que es peor, sin voz. Pero Christina Rosenvinge también sabe entrar al trapo inmediatamente y nos sorprende desgranando un contexto personal que, en muchas ocasiones, te hace reír a carcajadas como cuando nos narra la invasión de piojos sufrida en casa, o la entrevista que realizan en una escuela americana a su bebé con el fin de saber si era digno de sus aulas. Encuentros con amigos de aquí y allí también los hay: Tim Foljham, Steve Shelley, su fiel escudero Charly Bautista -con el que ha llegado a compartir habitación como dos buenos hermanos- o su chamán Suso Saiz. Con una prosa tan franca como refinada, nos introduce en la casa de su madre en Skagen, alardea de hermanos guapos y talentosos (Anna, Teresa y Jorge), se acuerda de los perros de la casa, del impacto de la maternidad en su carrera, del 11-S vivido en primera persona, o de la debacle personal de su padre, un inmigrante danés romántico y contradictorio consumido por el resentimiento. Todo bajo el hilo conductor de las canciones, trasladándonos su mirada, haciéndonos partícipes de su historia respaldada por las inimitables ilustraciones de Lidia Toga, que nos facilitan, la entrada al universo Rosenvinge . Ahora, los lectores, pueden oírla, leerla y verla más cerca, palpar su imaginario meditabundo y melancólico....
Tras leer Debut, vuelvo a escuchar la discografía de Christina, eso no es novedad, claro. Pero lo hago de un tirón, con los ojos cerrados casi todo el tiempo, y es entonces cuando penetro en su soledad. Una soledad entendida como refugio. Nada premeditada. Y siento entonces que sus canciones siguen intactas al paso del tiempo, intactas a la derrota, ajenas al éxito masivo, deseosas de ser escuchadas nuevamente, anhelando ser leídas. Claudio López de Lamadrid hace palmas desde el cielo cuando ve el libro expuesto en los escaparates de las mejores librerías del país; creedme, puedo oírlas desde aquí.
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