El sujeto es el gran Tim Powers en el culmen de su carrera, todavía recibiendo premios a diestro y siniestro por todo el ancho mundo por las novelas escritas durante los años anteriores.
La idea, que acabaría convirtiéndose en objeto (triple objeto) fue preguntarse si la inspiración de muchos de los grandes artistas pudo haber procedido de fuentes sobrenaturales, de lamias que vampirizaran a estos creadores regalándoles su poesía a cambio de la vitalidad, en una gran metáfora del artista, de la inspiración y de su obra, glorificándolo pero mortificándolo ad aeternum.
Todo este proceso acabaría plasmándose en una historia que tendría décadas de recorrido para el propio Powers: el Ciclo de los poetas malditos.
En primer lugar, publicaría la excelente novela La fuerza de su mirada en 1989, en la que explotaría la idea de la lamia inspiradora sobre los poetas románticos ingleses (Byron, Shelley, Keats, ...), uno de los grupos creativos más importantes de la historia. No olvidemos aquí que el propio Powers pertenecía a un heterogéneo grupo de escritores junto a otro habitual de Cree lo que quieras: Phillip K. Dick.
Años más tarde (2010) Powers regresaría a este universo con Tiempo de sembrar piedras, una narración más corta en la que reabría las puertas a estas antiguas criaturas preternaturales de la mano de Edward Trewlany, personaje (histórico) que servirá de nexo entre las otras dos novelas.
Por último, el escritor americano publicó Ocúltame entre las tumbas (2012), volviendo a la narración larga, pero cambiando el grupo creativo de los románticos ingleses por el de los prerrafaelitas para ¿concluir? su ciclo de poetas malditos.
Ahora, podéis encontrar las reseñas a las tres obras en Cree lo que quieras, accesibles desde los anteriores enlaces.