Revista Cine

Cien noches. Luisgé Martín.

Publicado el 01 febrero 2021 por Meg @CazaEstrellas

 "El amor erótico entre dos personas dura como máximo cien coitos. Cien encuentros. Cien noches. A partir de esa cifra todo es previsible y ordinario. No desaparece el deseo, pero sí la perturbación. No desaparece el placer, pero sí el asombro".

Cien noches. Luisgé Martín.

Cuenta Luisgé Martín que comenzó esta novela en una bonita habitación de hotel compartida con su marido, tan bonita que bien “habría merecido un adulterio”. La dejó aparcada hasta meses después. Afirma también que es una novela sobre infidelidades y adulterios. Intentó documentarse a través de historias cercanas, de familiares y amigos, pero la mayoría callaron o mintieron al respecto, por lo que tuvo que acudir a otras fuentes.

Cien noches parte de una premisa (si estamos de acuerdo con ella o no es otra historia): la mitad de los seres humanos confiesa ser infiel. ¿Qué pasa con la otra mitad? Pues con esa otra mitad que lo niega, un excéntrico millonario decide llevar a cabo un experimento antropológico investigando (y espiando) a poco más de seis mil personas. Irene, psicóloga, será una de las investigadoras; ella decide poner su propia sexualidad al servicio del proyecto (tonta que es Irene), pero la cosa se complica cuando se enamora de uno de los investigados (o eso plantea el autor, porque para mí, la verdadera historia de amor es la que tiene lugar con otro de los personajes). Confieso que, a priori, este argumento no fue suficiente para captar mi atención, pero ver una entrevista del autor me hizo cambiar de opinión. Hay mucho en lo que bucear tras esa sinopsis.

Esta no es esta una novela erótica, aunque hay sexo en casi todas sus páginas. No sabría catalogarla, aunque cada vez me gusta menos eso de las etiquetas, y creo que sería simplificar demasiado una historia de semejante complejidad narrativa y naturaleza reflexiva (estos son, sin duda, los aspectos que más me han convencido, destacando el “cameo literario” de autores como Edurne Portela, Sergio del Molino o Manuel Vilas, que se han prestado a colaborar aportando cada uno un capítulo). Eso sí, en algún momento creí estar leyendo ciencia ficción, porque en algunos aspectos no me parece creíble.

Llegados a este punto, poco más puedo decir. Es una lectura algo perturbadora, no lo voy a negar. Si lo llego a leer hace unos años seguramente no habría llegado hasta el final, pero  ahora tengo la curiosidad a flor de piel y no soy la misma lectora; es un libro que no me ha dejado indiferente, y me ha hecho pensar. Mucho. 



Volver a la Portada de Logo Paperblog