Revista África

Cinco años no es nada

Por Tiburciosamsa


En África no se empieza realmente a considerar a los niños como personas hasta que tienen cinco años. Casualmente la ciencia dice que es a los cinco años cuando tenemos el sistema inmunitario plenamente desarrollado. En una sociedad sin acceso a la medicina moderna, las posibilidades de que un niño muera antes de los cinco años son importantes. Pero una vez que alcanza esa edad, la probabilidad de que llegue a la edad adulta se incrementa notablemente.
En África, incluso hoy, un padre sabe que tal vez le toque enterrar a alguno de sus hijos. Una vez asistí al funeral por un niño de cinco años. En un momento dado el padre se dirigió a los invitados y nos dijo: “Tal vez queráis saber cómo fue todo” y nos empezó a contar los detalles de las últimas veinticuatro horas de la vida de su hijo. Hablaba con una inmensa tristeza, pero era la tristeza serena del que sabe que parte del estar vivo es saber que tienes a la muerte soplándote en la nuca.
Y todo esto lo cuento para introducir el poema “Issatou murió” del gambiano Lenrie Peters, que es un poema que me pone la carne de gallina cada vez que lo leo:
Issatou muriócuando sólo tenía cinco añosy estaba llena de orgullojusto antes de que supieraqué pérdida tan pequeñasupondría para tan pocos.Su madre lloróagradecida a mediasde haberse visto liberada tan pronto.Y no vio la sonrisatan tierna como la raízde la planta nacienteque selló sus ojos.Los vecinos se lamentaronsegún les habían pagado para que lo hicierany pensaron en el dispendioque hubiera podido traer su boda.Su padre la mirócon ojos de mármol y dijo:“¿Quién derramó el perfumemezclado con el rocío de la mañana?” 

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