Leer es una experiencia, como la vida misma. Por eso, como escritores debemos ser conscientes de que no ofrecemos contenido, sino una experiencia. Nuestra principal preocupación no es el aquí y el ahora, el mero acto de escribir. Tenemos que proyectarnos más allá, hacia el momento en que el lector leerá nuestro texto.
Cuando experimentamos, estamos viviendo un hecho consciente, pero son las emociones las que lo rigen. Leer no se trata de lo que nos dicen las palabras, sino de cómo nos hacen sentir. No podemos, es imposible pensar en un contenido atractivo y efectivo, si no tocamos el ánimo del lector. Para ello, veamos unos cuantos consejos que nos ayudarán a crear experiencia en lugar de textos.
La armonía estética
Este aspecto determina la calidad de un texto. Sus principales elementos son la variedad y la precisión. Para tener variedad se necesita un amplio vocabulario. Nos apoyamos en el uso de sinónimos, buscando la palabra que mejor se acomode a lo que queremos decir. De este modo, también conseguimos precisión en nuestro lenguaje.
Si hablamos de emociones y experiencias a la hora de leer, el aburrimiento es nuestro mayor enemigo. Un texto monótono y sin variedad no logrará retener al lector, ni siquiera por diez segundos.
La densidad de palabras
Analizar esta característica del texto no solo sirve para el Seo. Es relevante la densidad de palabras, porque repetir siempre las mismas genera monotonía. El problema es que, como creadores del texto, estamos condicionados a la hora de revisarlo.
Para analizar nuestra densidad de palabras podemos valernos de herramientas que encontramos en la web. Yo uso textalyser porque me parece la más sencilla y da buenos resultados. Solo ingresas el texto o subes uno desde tus archivos y la página te arroja la frecuencia de palabras.
La anticipación de la lectura
Mucho se ha dicho de que no hay que escribir como hablamos. Debemos evitar repeticiones y divagaciones propias del habla oral. Aun así, el habla es importante porque sigue una secuencia lógica de pensamiento. ¿Qué quiere decir esto? No se trata de escribir como pensamos, sino de escribir como piensa el lector.
El cerebro humano anticipa. ¿No te ha pasado que al estar viendo una película, ya sabes lo que va a suceder? De la misma manera, al leer, nuestro cerebro procesa las ideas y anticipa lo que vendrá. Si cumplimos con esas expectativa, estamos siguiendo la lógica del pensamiento del lector. El resultado es una lectura fluida y un lector satisfecho.
La carga emotiva
Palabras que significan lo mismo no producen un efecto similar en la personas. No es igual decirle a alguien 'te quiero', que decirle 'te amo'. 'Querer' y 'amar' podrán ser sinónimos en el diccionario, pero tienen un diferente significado.
Otro ejemplo: Los sustantivos 'sabiduría' e 'inteligencia' son sinónimos. Sin embargo, no decimos que una persona inteligente también es sabia. Tratamos ambas palabras como su tuvieran un sentido diferente, aunque comparten el significado. Por eso, a la hora de seleccionar las palabras, debemos ser conscientes de su carga emotiva.
Cada palabra puede interpretarse de dos formas: objetiva y subjetiva. Lo objetivo se asocia al significado, pero lo subjetivo tiene que ver con la percepción. Y es la percepción lo que genera las emociones.
El ritmo de tensión
En la literatura y en la escritura de guiones, el ritmo de la historia es uno de los elementos base. No puedes mantener al lector bajo tensión durante mucho tiempo. Por eso se alternan momentos de suspenso con momentos de calma. Como el contenido web buscar contar una historia, no somos indiferentes a este método.
Vamos a remitirnos a la estructura de un texto. Se debe variar la composición de oraciones, con los párrafos es igual. Partimos de la premisa de una idea principal por párrafo y varias ideas secundarias para complementarla. La idea principal es un ancla para la lectura y el lector fluye a través de la ideas secundarias. Una vez que ese tema está cerrado, pasamos al siguiente párrafo.
Siguiendo este ritmo, también alternaremos oraciones largas con oraciones cortas. Las oraciones largas aportan un ritmo más lento y no ofrecen pausa. Las oraciones cortas dan mayor velocidad al texto, con muchas pausas entre ellas. Como los golpes de percusión en una batería, estos elementos componen el ritmo del texto. Los párrafos enteros componen también su propia armonía.
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Saludos y nos leemos!
Lex.