Revista Expatriados

Cinco meditaciones sobre la belleza

Por Tiburciosamsa
Cinco meditaciones sobre la bellezaPor SukopaLe envié este texto a Tiburcio por si lo quería publicar. Reparé en que al leerlo arrugaba su trompa de paquidermo, pero como es muy educado con las damas, aún así se empeña en publicarlo para no quedar mal. En serio Tiburcio, está protegido con una de esas licencias Creative Commons, que permiten despiezar los textos y utilizarlos como pienso en las piscifactorías. Ya que insistes en que vea la luz, es todo tuyo.
Un escritor de reseñas concienzudo, se ciñe al texto que lee, lo respeta y lo resume para acercarlo a otros. Si alguien espera eso de esta entrada, puede dejar de leer ahora mismo. Más que reseñar el libro Cinco Meditaciones sobre la belleza, de François Cheng, lo voy a utilizar para dar salida a las ideas a pie de página que me ha sugerido. Abstenerse pues los buscadores de exhaustividad.
Tendemos a identificar la belleza con lo armónico ideal, lo virtuoso, pero desde Baudelaire, al hombre moderno, le pesa la ciudad y la dureza del entorno. Valorar la bondad no nos convence, preferimos el cinismo o el pesimismo, más acordes con una realidad que criticamos pero de la que a la vez nos sentimos parte. Ciudadanos de un lugar antiestético, es más fácil sentirse fascinado por el mal.Este impulso no es algo nuevo, aunque ahora estemos privados del contacto con la naturaleza y desarraigados, no somos los primeros hombres que nos enfrentamos al dolor en el mundo. La vida no es sólo un paisaje armonioso y el sentimiento estético ha estado ahí desde siempre para hacer la existencia humana más amable. Todo artista debería explorar como Dante, el infierno y el paraíso. Pensemos en la cultura popular y su atracción por el feísmo. Incluso el cantante heavy que goza con el ruido, tiene la dignidad del creador, que hace surgir un guiño humano de las tinieblas confusas.
Otra faceta importante de la belleza es su mala relación con la longevidad. Pensemos ahora en una vida eterna en el jardín del Edén con la persona de nuestros sueños. La vida no es una película de Disney y la belleza real, como la felicidad, es tan efímera como las flores del cerezo. Aspiramos más bien a sentir el impulso de la vida, capaz de crear situaciones que nos sigan sorprendiendo. Amamos el olvido, que nos pone delante realidades que siguen siendo nuevas. De nuevo nos encontramos con el spleen del viejo Baudelaire.
Situados en nuestra realidad más cutre, para que nadie nos acuse de entonar odas cursis a las rosas, vamos a pensar por un momento cómo le explicaríamos a nuestro heavy o al desencantado paseante de la ciudad lo que sea la belleza.
En un mundo hedonista, más que con el bien o la virtud, empecemos identificando a la belleza con la satisfacción o fuente de gozo que excede las necesidades más básicas. Si a nuestro desmotivado lector le quedan energías para ir más allá, tal vez quiera saber si esa satisfacción sale solo de su cabeza, o se debe a algo que hay al otro lado; si la música heavy puede ser hermosa para cualquier criatura de otra galaxia y podrá resistir el paso de los siglos.
El romántico Schelling decía, que todo lo que pasa por nuestra cabeza, se origina en un referente con el que interactuamos. Como seres humanos estamos inmersos en la Naturaleza (aquí nuestro heavy ponga entorno: andén del metro, Harley, asfalto...) con la que compartimos fuerza creativa. Sólo somos uno con la fuerza creadora del mundo cuando creamos el arte. Según François Cheng, Schelling es uno de los pensadores occidentales que más se acercan a la visión del arte de los pintores letrados chinos.No sé si nuestro heavy nos seguiría también en este viaje. Hemos salido de la ciudad y finalmente, miramos con arrobo las montañas.

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