Cincodays Bonus…por César del Campo de Acuña
La importancia de…lo clásico
Nada, que un día, estás tú tan tranquilo y de repente sientes la irresistible tentación de bajarte al bar de abajo y no, no me refiero a ese local súper de moda que exige una peregrinación más que un desplazamiento en el que ponen esa música de fondo que te hace sentirte como si estuvieras en una tienda new age de esas que huelen a batiburrillo de ambientadores y donde los dependientes se acercan tanto a tu cara que les puedes contar los pelos de las cejas con suma facilidad. No, lo que te pide el cuerpo es un sitio tranquilo, normal, donde lo de aparentar que se es una cosa cuando se es otra no se estila y donde el hilo musical es un murmullo de conversaciones a grito pelado mezclado con comandas, el sonido de la máquina de café y un partido de futbol al que nadie hace caso pero hay de aquel que cambien el canal.
Oigan y que sí, que estará puesto el futbol pero donde se está jugando la Champions es en un tapete de mus desgastado y en una mesa en la que caen las fichas de dominó con la misma fuerza de un objeto incandescente que está entrando en la atmosfera. Alucinado te acodas en la barra y el camarero te mira de arriba abajo con una expresión que dice: “un novato para la causa de las tradiciones” mientras que espeta un extrañamente familiar “qué va a ser”. Tu cerebro, aún entumecido por la dedicación a los amarracos y al cierre con pito doble, empieza a decir: “Quiero un gin…¡oh! ¡Wait!, no, no nada de Gin Tonics, que la última vez te dieron garrafón y casi te quedas medio lelo y que porras, que es martes…nada, nada, un vinito en sangre de toro y tan contento, que mañana hay que trabajar y como dice tu padre, el vino es bueno para el corazón y si el tío esta todavía cogiendo setas por el monte con sus 73 añazos será porque algo de esto entiende.
El camarero te sirve complacido por tu elección mientras una sonrisa que deletrea: NUEVO CLIENTE HABITUAL, le esculpe el rostro y en esas que te dice: chaval ¿tú te has enterado de la promoción esta de A la conquista del clásico? Tú, que en el fondo no estás tan a la última como te creías, solo eres capaz de vocalizar un casi inaudible no mientras encojes los hombros. El camarero te comenta, que escaneando con tu telefonito el código que aparece en el posavasos que te ha dado puedes ganar premios instantáneos gracias a Sangre de Toro y que están haciendo esto por bares en Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza y Oviedo. Oye, pues mira, qué bien parece decir tu cara cuando la última O de Oviedo se pierde en la cacofonía que te rodea. Echas un vistazo a las bases, te descargas la aplicación y…lástima, esta vez no te ha tocado nada, pero puedes acumular puntos y te fijas que justito el bar que está pegadito a la oficina está adscrito a la promo y te dices: mañana a medio día riego la comida con un buen vino y así sigo sumando.
Y ahí estas tú, el moderno urbanita, en el bar de la esquina tomándose un vinito, ojeando el partido y más a gusto que un arbusto. A eso que ves que alguien se levanta de una concurrida mesa mientras todo tipo de burlas le acompañan en su corto pero interminable viaje hacia la puerta de salida y en esas, el decano, levanta una ceja y empieza a escanear el bar como el Terminator y te mira fijamente para terminar soltándote un seco, pero amistoso: “chaval tú sabes jugar”. Boom…boom, boom..boom, boom…boom…no, no es el nombre de los recopilatorios de los 80, sino tu corazón devolviéndote al patio del colegio cuando aquel chaval mayor que te invitó a saltar a la cancha a darlo todo. Con un tímido y decidido sí, das un paso hacia la mesa y hacia ese momento en el que dejas de ser un posturitas para convertirte en un tío autentico que se viste por los pies. Vino en mano, te sientas y los apretones de manos vuelan. No, no te haces mayor, te haces de verdad.
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