Esta apisonadora taquillera viene con las peligrosas intenciones de aumentar la ola de la archifamosa trilogía de E. L. James que tiene revuelto el gallinero de medio mundo (mayoritaria aunque no exclusivamente femenino y de mediana edad). Seguramente por su delicada y excelsa prosa, no entraremos en detalles del por qué tiene esta saga “engorrinada” a tanta gente, puesto que está feo opinar de lo que se desconoce, así que centrémonos en su versión cinematográfica, definida por su directora como “un cuento de hadas decorado con sexo”.
El semidesconocido Jaime Dornan da “vida” al tal Christian Grey, un apuesto empresario ricachón que anda medio traumatizado por su pasado, hecho que no llega ni de lejos a dotarle de ese misterio en el que se pretende envolver al personaje, y cuyos gustos sexuales son lo que viene siendo sadomasoquistas (poco convencionales, que diría él). Por otro lado, Dakota Johnson (hija de Melanie Griffith y Don Johnson) “interpreta” a una muchacha ingenua (manera elegante de definirlo), virgen y embelesada por las cualidades del muchacho. La cosa pasa a mayores cuando se conocen, una cosa lleva a la otra y el primero acaba dando “trastrás” a la segunda (si supiera que trata con la primogénita de Sonny Crockett, otro gallo cantaba), que por otro lado está encantada con los azotes, la sumisión y el golferío creativo de su nuevo ¿novio? en la “alcoba”. Cada uno es cada uno con sus gustos de retoce, sólo faltaba, pero más allá del detalle en cuestión, el fondo de la historia nos muestra a una alelada sumisa (reitero que hablamos de su comportamiento de puertas para afuera) hipnotizada por la seguridad y los caros regalos de este tipo cuya belleza podrá discutirse, pero tiene el porte y la destreza interpretativa de un congelador industrial. “Pierde el control”, sugiere el cartel anunciante…Quiero pensar que en pleno siglo XXI la mujer moderna tiene más que suficientes argumentos como para no caer en las garras de alguien que le controle su vida al milímetro y le pida que le llame “señor” por las mañanas y le desintegre la ropa interior de gustito por ello cuando se pone el sol. Podemos resumir la inteligencia de esta propuesta en la escena en la que el protagonista pretende parecer sofisticado pidiendo pepino con la ginebra si es Hendrick’s o limón si es Bombay; todo ello poniendo cara y tono de “agitado pero no mezclado” y obviando que es justo la recomendación que pone en la etiqueta de cada una. Y es que no hay nada peor que ser tonto del culo y que encima te ataque al pecho, que dice siempre mi madre con gran tino.
Añadamos también que la susodicha “fábula decorada con sexo”, adolece de nula química entre sus protagonistas (la primera en la frente), un dudoso sentido del ritmo narrativo a golpe de reiteración que traspasa los límites del sopor y unas escenas supuestamente subidas de tono que no aportan nada que no se haya visto ya y que son el remate final, como en las rebajas, para que el espectador quede noqueado por completo. Todo aderezado con una banda sonora cursi del gran Danny Elfman, que obviamente ha tenido trabajos mucho mejores.
El verdadero ejercicio de sadomasoquismo, en suma, es tragarse semejante tostón inaguantable si tienes elección. Espero que los hipervendidos libros tengan más calidad o alguien me lleve lo antes posible de vuelta a mi planeta natal…
Dirección: Sam Taylor-Johnson. Título original: Fifty shades of Grey. País: USA. Duración: 125 min. Género: Drama, romance. Intérpretes: Dakota Johnson (Anastasia Steele), Jamie Dornan (Christian Grey), Jennifer Ehle (Carla), Luke Grimes (Elliot Grey), Victor Rasuk (José), Eloise Mumford (Kate), Max Martini (Taylor), Rita Ora (Mia), Marcia Gay Harden (Dra. Grace). Guión: Kelly Marcel; basado en la novela de E.L. James. Producción: Dana Brunetti, Michael De Luca y E.L. James. Música: Danny Elfman. Estreno en España: 13 Febrero 2015.