Revista Cultura y Ocio

Cinismo, mentiras y portadas indignas

Publicado el 26 marzo 2014 por Benjamín Recacha García @brecacha

 

22M Madrid

Multitudinaria manifestación de la dignidad en Madrid.

Debería estar escribiendo mi nueva novela. Tendría que aislarme de toda distracción y escribir. Dejar de seguir las redes sociales, no consultar otros blogs y, mucho menos aún, leer los titulares de prensa ni escuchar tertulias radiofónicas. Sobre todo esto último, porque, claro, uno hace la “ronda” matinal, lee según qué cosas y luego no hay manera de concentrarse en crear una historia de ficción mínimamente interesante. Aunque, la verdad, según qué medios van repletos de ficción, y lo grave es que pretenden colárnosla disfrazada de periodismo. Ay, querida profesión, cómo te están maltratando.

 

Necesitaba escribir este post. Necesitaba hacerlo para desahogarme y tener la conciencia tranquila, aunque en principio no pensara hacerlo. Y es que se ha hablado ya mucho de la manifestación del sábado en Madrid. Gente que estuvo allí, como Verónica, Sofía y Emma, defendiendo nuestra dignidad; periodistas que estuvieron, como Olga y Rosa María, de las que todavía pueden mirarse al espejo con la cabeza bien alta; gente que no estuvo pero que tiene muy claro que aquellos cientos de miles de personas eran radicales de extrema izquierda que pretendían poco menos que dar un golpe de Estado; y periodistas que, hubieran estado o no, tenían muy claro que la dignidad profesional está sobrevalorada, así que su único objetivo era escribir basura ajena por completo a la realidad.

A éstos no voy a hacerles más publicidad enlazando ejemplo alguno de indignidad. Si no os importa que se os revuelva el estómago, buscadlos en Google.

No había que ser Nostradamus para acertar que la Marcha de la dignidad acabaría en disturbios y que la prensa afín al régimen, es decir, casi toda la perteneciente a los principales grupos mediáticos, obviaría las espectaculares imágenes aéreas de la capital “tomada” por incontables diminutas cabecitas e innumerables pancartas para plasmar en portada, a lo grande, la batalla campal provocada por los “terroristas” de izquierda radical y antisistema que “querían matar policías” (palabras de la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes).

Automáticamente, todo lo acontecido en las horas anteriores, la histórica demostración de capacidad movilizadora de la ciudadanía al margen de buena parte de los (cada vez menos dignos) sindicatos mayoritarios y partidos de izquierda (¿he oído PSOE?) fue como si no hubiera sucedido. Además, les vino muy bien la agonía del ex presidente Adolfo Suárez, que acabaría muriendo el día siguiente. Llevaban ya un par de días dedicándole horas y páginas de peloteo… digo, de información, y el fatal desenlace fue la excusa perfecta para dedicarle más horas y más páginas, y transformar definitivamente la histórica manifestación en una revuelta violenta de un grupo de “nazis” incontrolados.

Es “curioso”, siendo muy suave, cómo de golpe todo el mundo se acuerda de Suárez. “El mejor presidente de la democracia”, dicen muchos. ¿Cuánto hacía que nadie lo recordaba? Es más, ¿cuántos de los que ahora aseguran echar de menos su forma de hacer política, su capacidad negociadora, conciliadora, su compromiso inequívoco con la democracia, creían que ya estaba muerto? Pues eso, curioso.

Lo que me ha hecho decidir escribir este artículo no han sido las gilipolleces de la Cifuentes ni de otros tantos antisistema que ocupan el poder. Ellos sí que son antisistema. Lo demuestran a diario desde que accedieron a sus cómodos sillones, desmontando con mano firme y altas dosis de cinismo el sistema democrático y de garantías sociales en el que (con sus múltiples deficiencias) vivíamos.

Tampoco me ha indignado más de lo habitual la bilis que vomitan los sospechosos habituales. De hecho, los ignoro, así que por mí como si les revienta la cabeza en uno de sus ataques de ira mezquina.

Ni siquiera me han empujado a agarrar el boli las falsas pruebas incriminatorias esgrimidas por la policía contra los detenidos tras la manifestación. El detonante ha sido la portada de ‘El País’ del domingo: “50.000 gritos contra los recortes”. ¿50.000? ¿Pero qué mierda es ésta? No sé cuánta gente hubo. Imposible saberlo. Pero, desde luego, el sábado en Madrid había muchísimos miles más que esos 50. Personas llegadas de toda España para defender nuestra dignidad.

Ese titular dice mucho más que lo que significan esas cinco cifras. No es casualidad que el dato destacado fuera el ofrecido por la delegación del Gobierno. Ese titular certifica la muerte del periodismo independiente que supuestamente defendía la histórica cabecera. Ahora está claro que ya no lo hace. Para mí ha dejado de existir. ‘El País’, ‘ABC’, ‘El Mundo’, ‘La Razón’, ‘La Vanguardia’ forman parte del mismo sistema podrido que nos ha usurpado la democracia. Los medios se alinean decididamente junto al poder, reniegan de la dignidad. ¿El miedo empieza a cambiar de bando, quizás?

 


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