Los bulos que corren por la red en estos tiempos se han incrementado de manera dramática, desde reptilianos que surgen desde el interior de nuestra Tierra porque está "vacía" (Véase la magufada "Teoría de la Tierra hueca") hasta afirmar que unas pirámides de Egipto son bases militares extraterrestres.
Es, en cierto modo, triste, que la sociedad de hoy en día sea tan crédula y se guíe más por "lo que quiero que pase" que por "lo que realmente pasa, aunque me duela y no me gusta que sea así". Técnicamente, estoy viendo en mi propia carne las palabras de Carl Sagan en su magnífico libro El mundo y sus demonios.
En él se narra la historia de los famosos círculos que supuestamente dejan los platillos volantes al aterrizar en la Tierra, precisamente en los campos de trigo.
Sí, realmente es asombroso, que una civilización, seguramente de Tipo III o Tipo IV venga a la Tierra a hacer dibujitos sobre el Trigo y a apilar piedras como pista de aterrizaje (las famosas pirámides).
Sinceramente, si yo fuese un marciano que viaja a bordo de esa nave estelar, hablaría seriamente con el comandante, porque me parece sumamente penoso, que siendo una civilización tan avanzada nos dediquemos a ir de planeta en planeta a hacer circulitos o, como dicen, construir pirámides de piedra en lugar de otros materiales de su categoría como planchas de nanotubos de carbono o similares.
Con la entrada os dejaré un relato que nos explica Sagan en su libro, que creo que todo conspiranóico debería leer detalladamente:
" En 1991, Doug Bower y Dave Chorley, dos amigos de Southampton, anunciaron que llevaban quince años haciendo figuras en las cosechas. Se les ocurrió un día mientras tomaban una cerveza en su pub habitual: el Percy Hobbes. Habían encontrado muy graciosos los informes de ovnis y pensaron
que podría ser divertido engañar a los crédulos. Al principio aplanaron el trigo con la pesada barra de acero que Bower utilizaba como mecanismo de seguridad en la puerta trasera de su tienda de marcos de cuadros. Más adelante utilizaron placas y cuerdas. Los primeros dibujos sólo les costaron unos minutos. Pero, como además de bromistas inveterados eran artistas de verdad, la dimensión del desafío empezó a aumentar.
Gradualmente fueron diseñando y ejecutando figuras cada vez más elaboradas. Al principio nadie pareció darse cuenta. No salía ninguna noticia en los medios de comunicación. La tribu de ufologistas no tenía en cuenta sus formas artísticas. Estuvieron a punto de abandonar los círculos en los cultivos
para pasar a otra broma más satisfactoria emocionalmente. De pronto, los círculos en los cultivos se hicieron muy populares. Los ufologistas se tragaron anzuelo, hilo y plomada. Bower y Chorley estabanencantados, especialmente cuando los científicos empezaron a propagar su considerada opinión de que no podía ser responsable de ellos una inteligencia meramente humana.
Planeaban cuidadosamente todas las salidas nocturnas, a veces siguiendo meticulosos diagramas que habían preparado con acuarelas. Seguían de cerca los pasos de sus intérpretes. Cuando un meteorólogo local
Pronto aparecieron otras figuras en el sur de Inglaterra y en todas partes. Habían aparecido los bromistas imitadores. Bower y Chorley grabaron un mensaje en el trigo como respuesta: «WEARENOTALONE» [No estamos solos]. Algunos llegaron a considerar que era un mensaje extraterrestre genuino (aunque hubiera sido mejor si hubieran puesto «YOUARENOTALONE» [No estais solos]). Doug y Dave empezaron a firmar sus obras de arte con dos D; incluso eso se atribuyó a un misterioso propósito extraterrestre. Las desapariciones nocturnas de Bower levantaron las sospechas de su esposa Ilene. Sólo con grandes dificultades —acompañando a Dave y Doug una noche, y uniéndose luego a los crédulos para admirar su trabajo al día siguiente— pudo convencerse de que las ausencias del marido, en este sentido, eran inocentes.
A la larga, Bower y Chorley se cansaron de aquella broma cada vez más elaborada. Aunque estaban en condiciones físicas excelentes, los dos tenían ya sesenta años y estaban un poco viejos para operaciones de comando nocturno en campos de granjeros desconocidos y a menudo poco comprensivos. A lo mejor los molestaba la fama y fortuna que acumulaban los que se limitaban a fotografiar su arte y anunciar que los artistas eran extraterrestres. Y los empezó a preocupar que, si esperaban mucho, nadie creería ninguna declaración que Así pues, confesaron. Hicieron una demostración ante los informadores de cómo hacían las formas insectoides más elaboradas. Se podría pensar que ya nunca más se volvería a argüir que es imposible mantener una broma durante muchos años, y que no volveríamos a oír que es imposible que alguien tenga motivos para engañar a los crédulos y hacerles creer que los extraterrestres existen. Pero los medios de comunicación prestaron poca atención. Los cerealogistas los conminaron a callar; al fin y al cabo, estaban privando a muchos del placer de imaginar acontecimientos maravillosos."