Revista Cine

‘Ciudadano Kane’ – Cuidadano Rosebud

Publicado el 06 septiembre 2013 por Cinefagos

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Cuando revisas cualquier listado de las mejores películas de la historia, Ciudadano Kane suele aparecer en los primeros puestos. Se habla mucho de la Ópera prima de Orson Welles, pero no se la conoce demasiado, ni existe el mismo culto que a otras obras de supuesta igual importancia como El Padrino o Casablanca. Se trata de una película mítica, sí, pero cuyas virtudes no parecen incluir el ser degustada una y otra vez por cinéfilos curiosos. Sólo cuando tienes tiempo y ganas, acabas poniendo el DVD buscando sus adoradas virtudes.

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Orson Welles no lo tuvo fácil a la hora de sacar su primera película. Se esperaba ver qué podría hacer un niño prodigio del teatro como él,y más tras su famosa adaptación de La Guerra de los Mundos, pero tal y como vemos en el telefilm RKO 281, que narra la batalla por sacar la película adelante, le costaba dar con un tema que le motivase. Lo encontró en la figura de un magnate que le impulsó a exponer sus miserias, y lo iba a hacer cambiando para siempre el mundo del cine, aunque ahora muchos no sepamos por qué.

La historia de Charles Foster Kane, su imaginario multimillonario, empieza con su muerte en un imponente castillo y con una imagen (tal vez la única) que todos sabemos reconocer: la de la bola de nieve rompiéndose contra el suelo. Esto inicia la investigación por parte de ciertas personas para saber quién fue realmente aquel hombre, que dejó tras de sí un imperio económico e incontables obras de arte, además de una biografía singular. Y según los implicados, ‘Rosebud’, la última palabra que dice al morir, podría ser la clave que les llevase hasta el secreto mejor guardado de uno de los hombres más importantes de América.

Bien, la grandeza de ‘Ciudadano Kane’ no reside en su historia, que en principio es interesante, ni en su desarrollo. Las actuaciones no son ninguna maravilla, y no existen ni momentos emocionantes ni nada que toque tu fibra sensible. Sus méritos se basan en su perfección técnica y en sus adelantos, su forma de entender el montaje, el uso de la profundidad de campo, de la distorsión generada por la lente… Al tratarse de una persona joven, no le importaba discutir e ir más allá de lo que sería rápido y lógico para conseguir el plano que estaba buscando. El problema de ver esta película setenta años más tarde es que todos esos avances ya los damos por sentados y no los vemos como algo novedoso. Escenas como la que hace un repaso a una relación basándose solo en almuerzos encadenados uno tras otro fueron una revolución en 1941, pero el montaje se ha retorcido desde entonces hasta límites insospechados. Es por eso que esta película gusta pero no apasiona, interesa pero no emociona, y sólo los críticos más selectos entienden el valor de los avances de Orson Welles. De hecho, en su propio estreno importaba más el hecho de que era una crítica velada a Randolph Hearst y una exposición de su vida sexual que la historia de pérdida de inocencia y búsqueda de la infancia que es la trama principal de la película. Muchos saben ahora que Rosebud era el nombre escrito en el trineo de un joven Kane, el último recuerdo que le une a su pasado más feliz, y que acaba reducido a cenizas en uno de los finales más estremecedores de todos los tiempos, pero pocos conocen que ‘Rosebud’ era también el nombre que Hearst le daba a la vagina de su amante. Así, ‘Ciudadano Kane’ se convierte en una forma de mostrar al público las miserias de los poderosos y en dar el más claro ejemplo de que el dinero no da la felicidad, bastante bien contado, algo falto de emoción, pero lleno de adelantos que la convierten en uno de los mayores hitos de la historia del cine.


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